By Jessica González

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La pandemia derivada del brote de COVID-19 no solo ha evidenciado lo vulnerables que somos como especie, también ha demostrado -entre muchas otras cosas- que el método tradicional de enseñanza ha quedado fuera de tono frente a las nuevas medidas sanitarias y las cada vez más exigentes habilidades digitales que todos estamos obligados a adoptar.

Lo que esta nueva normalidad ha puesto en evidencia, no solo es que los modelos de enseñanza–aprendizaje que aún se llevaban a cabo en muchas aulas y en todos los niveles educativos no respondían a las necesidades que ya venían presentándose con las nuevas tecnologías en educación, aún más grave puso de manifiesto que existe un enorme analfabetismo digital no solo por parte de los docentes, sino también por parte de los alumnos, pues no basta con hacer un video y subirlo a alguna red social para generar “followers” o ver la serie de moda desde el móvil, hacía falta conocer sobre plataformas que permitan la comunicación virtual, paquetería informática básica para realizar presentaciones, graficas, textos y demás herramientas que faciliten el aprendizaje, no solo el ocio.

La situación actual ha provocado que el distanciamiento físico sea solventado con un acercamiento digital entre profesores y alumnos, lo cual supone debates sobre qué es lo más pertinente dadas estas circunstancias en las que quien enseña y quien aprende no comparten un espacio físico. Pensadores antiguos como Aristóteles, Platón y Sócrates, parten desde la tesis de que para transmitir y adquirir conocimiento los hombres debían reunirse en un mismo lugar para debatir y compartir ideas. Aun en la actualidad estas ideas son acompañadas por algunos pedagogos y especialistas en educación, compartiendo la necesidad de socializar con otros seres humanos para hacer la experiencia educativa más enriquecedora y significativa.

Sin embargo, en el proceso tradicional de enseñanza–aprendizaje (que hasta hace unos meses era desarrollado en las aulas de todos los niveles educativos), se entendía en la frase “clase frente agrupo” una relación cercana y presencial entre docente y el estudiante, donde la interacción era la clave que aseguraba no solo la transmisión de conocimiento sino el aprendizaje del alumnado.

Brindar una cátedra magisterial por video conferencia no es educación en línea, menciona el especialista en educación Mario Sánchez, director regional de D2L para Latinoamérica[1], tampoco lo es leer o dictar largas paginas de libros y pedir que los niños escriban plana tras plana frente a una pantalla. Es indispensable contar con herramientas digitales, espacios físicos, habilidades y aptitudes tanto del docente como del alumno para lograr el objetivo de aprendizaje, tanto en las clases presenciales como en la nueva modalidad en línea.

¿Cuál es el tema con la educación a distancia? La educación en línea es principalmente autodidacta, demanda alta comprensión lectora, capacidad de síntesis, estricta disciplina y gran compromiso, en resumen, demanda de los y las alumnas un nivel cognitivo alto, pero también exige un compromiso por parte del docente en el sentido creativo. El docente se debe volver guía de discusiones, entender perfectamente el tema y los conceptos, saber analizar los argumentos de las distintas partes y reflexionar sobre ellos, para contra-argumentar con una nueva idea. El docente corrige, enriquece, aporta con recursos complementarios –como la tecnología–, redirecciona la discusión, atrae la atención de su grupo, a través de una pantalla.

En este tenor, la colaboración docente-alumno se vuelve indispensable, pues aunque la añoranza del ejemplo y del tan temido “pase al pizarrón” sean los referentes tradicionales de esta relación, en la actualidad dadas las actuales condiciones debidas a las diferencias entre los entornos presenciales y virtuales, se requiere un nuevo enfoque pedagógico que dote de otro tipo de herramientas a los docentes para hacer frente a esta nueva situación. Además de capacitar a los docentes en el uso de plataformas de servicio de videoconferencia, las autoridades educativas debieron hacer una reflexión general sobre la forma en la que se impartía clase frente a grupo, pues dados los referentes tradicionales de interacción en el aula (gritar a los estudiantes para llamar su atención, exigir infinidad de cuartillas transcritas en los cuadernos, entre muchos otros), ni la interacción del aula se puede reproducir a distancia (confirman esto los ejemplos de los gritos/descalificaciones de profesores hacia alumnos que se han hecho virales), ni se está logrando afianzar el aprendizaje de estudiantes que tienen varias herramientas digitales pero carecen de otras herramientas cognitivas para darles un buen cauce a las primeras. Con el nuevo enfoque de educación basado en competencias, justamente se trata de propiciar entornos de aprendizaje colaborativos, donde el debate y la socialización fueran pieza esencial en el proceso de enseñanza-aprendizaje, en el que el docente era justamente un guía.

Hay que asumir que existe una gran necesidad de ajuste a las condiciones de la educación a distancia, que se ha traducido, en un conjunto de responsabilidades y exigencias que aumentan significativamente el tiempo de trabajo que los docentes requieren para preparar las clases, pero también por parte del alumno, existe un gran esfuerzo por asumir la responsabilidad y el compromiso de este nuevo modelo educativo; ambos deben ser valorados en su justa dimensión.

Existen más claro-oscuros en el tema de la educación en línea, que se tendrán que resolver conforme las necesidades de distanciamiento lo permitan. Temas como la socialización como parte formativa en la primera infancia, el involucramiento de los padres en educación básica, la educación tecnológica, las ciencias médico-biológicas que demandan la práctica como parte fundamental en el proceso de enseñanza, el acceso a electricidad, equipo de cómputo e internet, por mencionar algunas. De momento es importante plantearse la necesidad de conocer y adoptar herramientas digitales que permitan entrar a la nueva modalidad de educación a distancia.


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[1]El aprendizaje en línea es más que una videoconferencia. Mario Sánchez, en https://itnews.lat/


Acerca del autor: Jessica González es Mtra. en Estudios Políticos.