By Diego Lavalle

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El resultado de la última jornada electoral según la información publicada por el Instituto Nacional Electoral(INE), arrojó una participación histórica de 30 millones 113 mil 483 votos para el ahora Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos.

Con esto se cumplió un círculo de alternancia, y cambió la situación del proceso hacia las próximas intermedias.

Las y los mexicanos no solo escogieron al representante del Poder Ejecutivo, sino que también son conscientes de que, su participación ha cambiado los paradigmas democráticos, otorgándole confianza vehemente a una fuerza política para llevarse de nuevo el ‘’carro completo’’, así como en los tiempos donde imperaba la hegemonía unipartidista, le dieron la mayoría calificada en el Congreso a la coalición ‘’Juntos Haremos Historia’’

El Proceso Electoral Federal 2020-2021 donde se renovarán las diputaciones uninominales de los 300 distritos electorales del país, así como las 200 curules correspondientes a la representación proporcional en las cinco circunscripciones nacionales, tiene dos disyuntivas: la primera es que el resultado sea un antecedente de la revocación de mandato en 2022. La segunda es que podría esperarse una muy alta participación. Esto es benéfico para la población, le explico el porqué…

Verá usted, cuando dos o más compañías le llaman por teléfono para ofrecerle el mismo servicio, aunque esto sea en ocasiones molesto, al final el ganador es el consumidor. Hay opciones para elegir, y optará por la que más le convenga o evidentemente tenga más beneficios y se adecue a sus necesidades.

Con esta ejemplificación, la duda resonante del próximo proceso electoral ya no será si existe o no la democracia en nuestro país. La interrogativa será si habrá de nuevo una alta asistencia a ejercer el sufragio. Además de un nicho para buscar el voto, traducido a prerrogativas que ningún partido sin excepción dejará pasar por alto.

Ya sea por mantener la mayoría en la cámara, el recuperar escaños a los que estaban acostumbrados algunos partidos, o por mantener el registro.  En el entendido de la legitimidad ganada de la democracia y el escenario político actual, quienes aspiren a un cargo de elección popular deberán llevar las mejores cartas. Los líderes y lideresas naturales de su localidad, el mejor trabajo en la renovación de la estructura seccional, la mejor propuesta, y en conjunto, el mayor esfuerzo.

Quienes aspiren deben contemplar a los indecisos como pieza fundamental para inclinar la balanza y así determinar el resultado. El panorama tiene tintes más benévolos. Es probable que los recorridos comiencen más temprano y concluyan tardíamente. Se escucharán más voces y se presentarán ante nuevos sectores históricamente ignorados.

Existirá un auténtico ejercicio plural de dialogo y mérito.  

Ojalá este marco sea completado por un sano debate, para cautivar a los votantes y salgan el 6 de junio de 2021 a ejercer el derecho, que menciona el 35 constitucional.

En esta ocasión, no solo se deberán escuchar las inquietudes y necesidades de un líder transportista, un gremio de taxistas o una asociación de pescadores. Las y los aspirantes, deberán presentar propuestas a más personas y otros grupos de trabajo.  Estas deberán ser integrales, incluyentes, coherentes y factibles.  

Al existir una auténtica competencia, votaremos por la mejor propuesta, sin importar el partido.

El electorado es quien tendrá la opción y la oportunidad de ganar, acercándose más a lo que aseveró alguna vez José de Maistre: “Los pueblos tienen los gobiernos que se merecen”.


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Acerca de autor: Diego Lavalle es politólogo egresado del Centro Latinoamericano de Estudios Superiores.