Un trabajo invisible pero indispensable

By Isabel Sandoval

Correo: isabel.sandoval@politicaladvisorsapc.com

By Martha Puente

Correo: martha.puente@politicaladvisorsapc.com


El trabajo no remunerado también llamado trabajo reproductivo o de cuidados domésticos conjunta una serie de actividades propias del hogar como lo son limpiar, cocinar, lavar ropa, o hacer las compras. Así como la crianza de los menores y atención a las personas mayores, especialmente cuando alguno está enfermo o presenta alguna discapacidad. Estas actividades son realizadas en su mayoría por mujeres y niñas, y son necesarias para garantizar el cuidado, bienestar y supervivencia de las personas que componen al hogar. Aún así el trabajo que realizan día con día ha sido invisibilizado tanto en el ámbito privado como público.

En el ámbito privado, el trabajo doméstico y de cuidados es concebido como “actos de entrega y amor” que realizan las mujeres por “naturaleza”. No obstante, concebirlo de esta forma tiene dos consecuencias. En primer lugar, resta importancia a su función e impide considerarlo como lo que realmente es: un TRABAJO. En segundo lugar, al considerar esta labor como inherente a la personalidad femenina impone una carga extra a las mujeres que impide su desarrollo personal y laboral. En México, las mujeres realizan 75% del trabajo no pagado en los hogares.[1] Esta división es consecuencia de ideas culturales que están arraigadas en nuestra sociedad y que refuerzan las desigualdades de género. Esto genera no solo desigualdad dentro de los hogares sino también un tipo de “arreglo” familiar que marca diferencias notorias en la vida de los hombres y mujeres que forman parte de una misma familia.

En el ámbito público, esta forma de trabajo escapa de las estadísticas nacionales a pesar de su importante aportación a la sociedad y, por ende, a la economía. Sin embargo, si se calcula el valor económico del trabajo no remunerado que realizan las niñas y mujeres asciende a 5.6 billones de pesos mexicanos, lo que representa 23.5% del PIB.[2]

La asimetría en la división del trabajo doméstico y de cuidados refuerza la desigualdad de género que persiste en el mercado laboral mexicano.  Por un lado, “las responsabilidades de las mujeres y niñas” disminuye la cantidad de horas que disponen para estudiar, capacitarse o para su recreación. Lo que genera poca o nula independencia económica y coloca a las mujeres en niveles más bajos de ingresos.[3] Por otro lado, en el caso de las mujeres que tienen un empleo pagado esta situación representa una sobrecarga de trabajo. Básicamente, las mujeres tienen doble jornada laboral, una por la cual reciben un pago y la otra que ni siquiera es considerada de esa manera al ser algo que le corresponde por el simple hecho de ser mujer.

Como lo hemos mencionado antes, el trabajo doméstico va más allá que encargarse de las tareas del hogar, es encargarse de la salud de todas las personas que viven bajo la misma casa; se refiere también al cuidado del cuerpo, la alimentación, así como de la conservación y el mantenimiento del espacio doméstico

Gracias al avance del tiempo y de diferentes metodologías se han distinguido tres tipos de trabajo no remunerado: [4]

Trabajo doméstico: Se refiere a todo lo relacionado con las tareas típicas del hogar. Que van desde comprar alimentos, lavar, planchar, cocinar, cuidar mascotas, hasta la organización y distribución de las tareas del hogar. Además de incluir aquellas tareas que son fuera del hogar como pagar cuentas, hacer tramitar y todo el proceso necesario para realizarlas.

Trabajo de cuidados familiares: Su definición es la de cuidar a un niño o niña, una persona mayor o anciana y que esta sea dependiente de ese cuidado para lograr su bienestar o desarrollo. Aunque en su mayoría es un trabajo físico, no podemos olvidar los aspectos emocional y afectivo que esto conlleva.

Los ejemplos varían desde llevarlos a hacer comprar, ayudarlos con sus deberes o simplemente hacerles compañía.

Trabajo voluntario o servicio a la comunidad: Se conoce también como trabajo altruista o gratuito. Es todo aquel que se le presta a las personas que forman parte de la familia, puede llevarse a cabo a través de alguna organización (laica o religiosa). Se trata de un trabajo que se hace sin ninguna obligación o contrato y que generalmente se hace en apoyo a las políticas o programas públicos del Gobierno. Un ejemplo podría ser los comedores populares, donde personas (en su mayoría mujeres) “donan” su tiempo para ayudar a los más necesitados.

Si bien el trabajo reproductivo de cuidados domésticos resulta una actividad indispensable para el desarrollo de un país, su falta de reconocimiento es un problema que ha estado vigente en la sociedad por mucho tiempo. Hablar y cuestionarnos acerca de ello implica (re)valorizar el trabajo que día con día realizan millones de mujeres y niñas. Permitiéndonos abordar uno de los principales factores que determinan la desigualdad que existe entre mujeres y hombres, para así comenzar a plantear soluciones para uno de los mayores problemas que enfrentamos como sociedad.


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[1] INEGI (2019a)

[2] INEGI (2019b)

[3] Scuro Somma Lucia, Las bases invisibles del bienestar social , Uruguay 200, E. Doble clic editoras. pp 127.

[4] Aguirre Rosario, Las bases invisibles del bienestar social , Uruguay 200, E. Doble clic editoras. pp 30


Referencias

  • Aguirre Rosario, Las bases invisibles del bienestar social, Uruguay 200, E. Doble clic editoras.
  • Hernandez Bello Amparo, El trabajo no remunerado de cuidado de la salud, Bogota 2006.

Acerca de las autoras:

Isabel Sandoval es estudiante de Economía por el CIDE y de Derecho por la UNAM.

Martha Puente es estudiante de Derecho en la Facultad de Derecho de la UNAM.

1 comentario

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  1. Muy buen post. Gracias por compartirlo.

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