By María Fernanda Alarcón

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“Es preciso para un gobierno castigar a los que violan las leyes de la sociedad, hay muchas cosas que decir sobre eso, lo que hace difícil tratarlo por incidencia. Cuanto más estudiamos la cuestión, tanto más estamos obligados a afirmar que la sociedad, en sí, es responsable de las acciones antisociales cometidas en medio de ella; y que ningún castigo, ninguna cárcel y ningún verdugo puede disminuir el número de tales hechos; solamente puede hacerlo una reorganización de la sociedad misma”

Piotr Kropotkin

El narcotráfico ha sido una actividad latente en las últimas décadas, se ha vuelto una aparente herramienta del caos y la inseguridad; en los últimos años el mundo no ha quitado la mirada a la presencia de la cual disponen los grupos del narcotráfico y se tiene la firme idea de que esta actividad representa lo peor de la sociedad por lo que el Estado se encuentra en su contra de todas las maneras posibles, o al menos esa es la versión aceptada de los hechos.

“1990, el narcotráfico se convirtió en un fenómeno visible, por su impacto e implicación tanto social como política. Esta visibilidad se debió a dos sucesos: la Operación Cóndor, en 1977, y el asesinato de Enrique Camarena. En este contexto se capturó a Miguel Ángel Félix Gallardo, uno de los capos más importantes y representativos, con esto evolucionó la imagen del narcotraficante serrano. Así se presentaba a un personaje con influencia y relaciones con deportistas, políticos y visible en la vida social (clase alta). En los periodos de 2000 a 2006 y de 2006 a 2012, el narcotráfico se convirtió en un tema nacional debido a dos circunstancias: cambio de gobierno, ya que en el sexenio de 2000-2006 fue desplazado el partido hegemónico. La segunda fue que Felipe Calderón, llegó a la Presidencia de México en un clima de desconfianza y desprestigio, pues diversos medios de comunicación plantearon que su campaña política fue como una guerra sucia y desprovista de legitimidad»

Reyes S., Larrañaga E. y Valencia G.

Por tendencia general en México hablamos del narcotráfico desde dos vertientes: la idealización como modelos y su criminalidad como actores sociales, se crea un hemisferio tan aparentemente entendido que cae en lo redundante, el narcotráfico se vuelve un hecho aislado de nuestra realidad cuando sus componentes demuestran que somos parte de un todo.

Quebrando la imagen  

Pero el significado social es mucho más penetrante, para esto tenemos que empezar por la ruptura del estereotipo, contemplar una actividad tan robusta en una sola muestra me ha resultado siempre una forma bastante aberrante de estudiarlo; el narco no es el Chapo Guzmán, no es Felix Gallardo, el Mayo Zambada u otros, el narco es una estructura que va de polo a polo en México, desde las grandes elites hasta las comunidades más vulnerables, desde la ropa extravagante y las armas, hasta el consumo social en los antros y reuniones que aparecen en revistas de elitedesde la institucionalización hasta el anarquismo.

Revista Caras México, portada de junio 2017

Partiendo de las dos vertientes mencionadas, vemos la evidente contraposición que en palabras de Kenneth Rexroth «La única alternativa es la utopía o el caos… El mundo contemporáneo se ve afectado por dos tendencias opuestas: una que tiende a su destrucción social, otra que anuncia el nacimiento de una nueva sociedad». La búsqueda por el establecimiento de nuevas sociedades en México no es una anomalía mirando con los ojos correctos, es decir, si entendemos que el contexto del mexicano promedio es un contexto de pobreza, violencia y exclusión entenderemos la necesidad por esta destrucción social de la que habla Rexroth.

La individualización

El discurso de “buenos” y “malos” tan habitual en México esta directamente relacionado al extracto social, incluso cuando de narcotráfico hablamos, criminalizamos al que se parece o queremos que se parezca menos a nosotros; de aquí que perdonemos con facilidad a los demás participantes: los que son “bonitos” “ricos” “inocentes”, y ¡ojo! No vengo a decir que victimicemos o disculpemos lo que claramente esta mal, pero si vengo a resaltar la culpa que como sociedad tenemos y de la que tanto nos lavamos las manos, hoy me quiero concentrar en que entendamos de donde vienen estas personas a las que tan sagazmente llamamos criminales.

Diversidad de estudios demuestran una característica muy importante, que si bien no es una regla si demuestra una tendencia, y es que gran parte de los que se involucran en este negocio vienen de un contexto familiar, social y económico de enormes dificultades, encontramos que estas personas a las que se les atañe el acto completo, han sido victimas de dos principales elementos: pobreza y machismo, dos formas de causar violencia que para resumirlo se traduce en abandono social, no podemos interpretar esto como un hecho aislado puesto que genera una conceptualización de si mismos como entes “desechables”.

Dos de dos

La pobreza es compleja, y en México 52.4 millones de personas viven en esta situación, esto significa que el 41.9% de la población vive en la marginación social en todas sus divergentes, es el entendimiento de que si perteneces a este sector sobras en la sociedad y no representas un activo importante, pues como tú hay y habrán miles, y sin embargo, analizamos mal desde el momento en que naturalizamos o romantizamos la precariedad; como sociedad reproducimos el mensaje de que la pobreza es algo inevitable y sin responsables, – que feo que sean pobres, gracias a Dios yo no –, cuando entrañamos esta estructura en la sociedad es sencillo que todo se vuelva un juego de selección natural “la lógica del discurso del narco en términos de pobreza es que los individuos están solos y por lo tanto impera «la ley del más fuerte »” (García, K.), implica la aceptación de un destino o la falta de temor a la muerte en la búsqueda de otro.

El escenario cultural del machismo es un lastre mexicano que se ha encargado dar origen a representaciones sociales, ideologías y prácticas que, citando a Carolina Villatoro, han devenido en perfiles que marcan o definen a la sociedad, así, los patrones que el narcotraficante (el indeseable, claro está) ha adoptado, desarrollado y exhibido, en términos de metas, actividades, y comportamientos, entrelazan su inserción gradual en la sociedad con el rechazo y la aceptación.

Recordemos que México ha estado pasando por ciertos procesos de deconstrucción ¿los suficientes? ¿los más precisos? No y no, me parece imperativo este punto para nuestra temática decir que el machismo esta inmerso en las actitudes, el narcotráfico es en grandes rasgos una consecuencia de esto, el estudio realizado por la Dra. Karina García en el cual entrevistó a más de 30 narcotraficantes de renombre demostró que durante su niñez habían sido victimas junto con sus madres de violencia intrafamiliar (recordemos que de acuerdo con el INEGI 43.9% de las mujeres que tienen o tuvieron al menos una relación de pareja ha enfrentado agresiones) y destaca “la violencia doméstica y de género son las primeras experiencias de vida de estos participantes” esto demuestra la inestabilidad en el crecimiento, mientras que por otra parte no nos podemos olvidar de la debilidad de las masculinidades y como esto se asemeja a la búsqueda de “poder” y posición como hombre.

Fuente: Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares, 2016

Claro que esto no lo explica todo, imposible concretar un fenómeno tan extenso en tan breves paginas, pero si podemos observar como la presencia del narcotráfico forma parte de la sociedad y a la vez la transforma de manera cíclica: el productor, el distribuidor, el consumidor de drogas, la amplia red que la industria llega a requerir, pero sobre todo, lo que estructuralmente esta dentro de la sociedad, que da en principio su origen. Se nos olvida que vivir en sociedad es asumir las responsabilidades, en medida en que se propaguen los discursos machistas y clasistas se seguirá viviendo bajo el contexto social en que se genera el narcotráfico con Estados ausentes y opresión de la libertad, lo que vuelve irrevocable al anarquismo violento en la búsqueda por eliminar la concepción de falta de pertenencia.

Finalmente, y aunque este no fue el tema central, quiero volver a entablar la necesidad de detener el discurso binario de “ellos” y “nosotros”, la sociedad no es un imaginario a crear, no puedes elegir que esta dentro o fuera, no se trata de una victimización sino de partir del entendimiento de que tu contexto si te hace ser, si vamos a juzgar, si vamos a llevar a cabo políticas publicas, si vamos a detener el conflicto del crimen organizado en México se tiene que ir a la raíz; es una actualidad dentro de la memoria imperfecta de la sociedad, más por su estructura que por su estereotipo.


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Fuentes:

— Bergman, M. (2012, September-December). La violencia en México: algunas aproximaciones académicas. Desacatos, 40, 65-76.

— Dickinson, E. (2011, June 22). Legalizing Drugs Won’t Stop Mexico’s Brutal Cartels. Foreign Policy.

— Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares, 2011. Base de datos. México, INEGI, 2016

— Estadísticas a propósito del día internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer (25 de noviembre). Datos Nacionales. Comunicado de prensa núm. 592/19, 21 de noviembre de 2019

— García, K. (2019). Violence within: Understanding the Use of Violent Practices Among Mexican Drug Traffickers. Justice in Mexico: Working paper series. Volume 16, Number 2.

— Ospina, J. (2020, 4 agosto). La evolución del narcotráfico: la cadena de capos que corrompe a América Latina. DW Made of minds. http://www.desdelcentro.org/narcotrafico-efectos-la-sociedad/

— Perdomo, A. (2019, 19 noviembre). Latinoamérica entre el “narcotráfico” y la dominación. Instituto Galego de Análisis y Documentación Internacional. https://www.igadi.gal/web/analiseopinion/latinoamerica-entre-el-narcotrafico-y-la-dominacion

— Redacción Animal Político. (2019, 5 agosto). Pobreza en México solo ha reducido 2.5% en 10 años; en Chiapas, Guerrero, Oaxaca y Veracruz aumentó. Animal Político. https://www.animalpolitico.com/2019/08/pobreza-mexico-reduccion-anos-chiapas-guerrero-oaxaca-veracruz/

— Reyes-Sosa, Hiram, Larrañaga-Egilegor, Maider, & Valencia-Garate, José Francisco. (2017). La representación social del narcotraficante en jóvenes sinaloenses. Región y sociedad, 29(69), 69-88. https://doi.org/10.22198/rys.2017.69.a269

— Rios, V. (2012). How Government Structure Encourages Criminal Violence: the causes of Mexico’s Drug War. Massachusetts: Harvard University

— Sánchez de los Monteros Arriaga, Anel Cecilia (2020, julio-agosto). La violencia de género en México, ¿en qué vamos? Revista Digital Universitaria (rdu), 21(4). doi: http://doi.org/10.22201/cuaieed.16076079e.2020.21.4.1

— Solís González, José Luis. (2013). Neoliberalismo y crimen organizado en México: El surgimiento del Estado narco. Frontera norte, 25(50), 7-34. Recuperado en 20 de noviembre de 2020, de http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0187-73722013000200002&lng=es&tlng=es.

— Villatoro, C. Aspectos socioculturales e imágenes del narcotráfico. ISSN-e 0719-0166, Vol. 3, Nº. 1, 2013, págs. 56-75


Acerca del autor: María Fernanda Alarcón es licenciada en Relaciones Internacionales por la Universidad De Las Américas Puebla (UDLAP).