La idea marxista de la productividad del trabajo.

By L. Alberto Islas

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En el pensamiento económico clásico; Marx, en El Capital (1867), denomina a la productividad laboral o “fuerza productiva del trabajo” como la “fuerza” que permite la utilización de una determinada cantidad de medios de producción para lograr obtener determinada cantidad de producto. Es decir, la productividad laboral es la relación entre el producto obtenido y el tiempo de trabajo requerido para producirlo.

Marx identifica que la productividad con la que se producen los bienes y servicios determina el funcionamiento de la económica en su conjunto. Explicando; Marx considera al trabajo como una mercancía; entonces, al utilizar el trabajo para producir una mercancía comerciable, se está utilizando una mercancía para la producción de otra. Esto nos vislumbra la circularidad de la producción, es decir, muchos de los productos son, a su vez, medios de producción en otro proceso productivo. Así es como el aumento de la productividad, produciendo cierta mercancía, afecta la elaboración de muchas otras, pudiendo representar, un impacto en el total de la economía.

Marx identifica la relación inversa entre el valor y la productividad del trabajo: cuando disminuye el valor de una mercancía, o el trabajo socialmente necesario para su producción, incrementará su productividad: “La magnitud de valor de una mercancía permanecería por tanto, constante, invariable, si permaneciera también constante el tiempo de trabajo necesario para su producción” (Marx, 1867 Capítulo I.). La productividad del trabajo depende de ciertos factores identificados por Marx: el grado de destreza del obrero, el nivel de progreso de la aplicación de la ciencia–técnica, el volumen y eficiencia en la utilización de los medios de producción y las “condiciones naturales”.

Marx se refiere a la “Ley de la productividad creciente” (Marx, 1867) como el proceso tecnológico–técnico que disminuye el valor real de un producto cuando se requiere de menos tiempo de trabajo en su producción: “El valor de todas las mercancías está determinado por sus costos de producción, en otros términos, por el tiempo de trabajo requerido para su producción” (Marx, 1867 p. 116). En este punto radica el problema identificado por Marx: debido al constante aumento de la fuerza productiva del trabajo se reduce la cantidad de trabajo socialmente necesario incorporado al proceso productivo, lo que disminuye el valor de dicha producción y aumenta el valor del capital: “El incremento de la fuerza productiva del trabajo aumenta el valor del capital, no porque aumente la cantidad de productos… sino porque reduce el trabajo necesario, o sea que, en la misma proporción en que este disminuye, crea plustrabajo, o, lo que es lo mismo, plusvalor” (Marx, 1867 p. 120)[1].

Recordemos que es, precisamente, el trabajo necesario el que, mediante el pago del salario, le permite al obrero subsistir; entonces, si el trabajo necesario disminuye, también lo harán las condiciones de vida de los obreros en beneficio de la clase capitalista. Sin embargo, como lo anota Marx, el aumento de la productividad propiciado por los capitalistas, evita ser evidente y trata de ser un “proceso oculto”, bien se podría aumentar la productividad por la vía absoluta (mayor tiempo de trabajo, jornadas laborales más largas), pero estas condiciones durarían poco sin que los capitalistas enfrentaran huelgas y enfrentamientos directos por parte de los trabajadores; es por eso que optan (los capitalistas) por “ocultar” el proceso de aumento de la productividad mediante la forma relativa (mejoras técnicas, maquinaria novedosa). Por cuestiones físicas “no puede aumentar el tiempo de trabajo” (Marx, 1987 p. 120), tiene un límite natural, a diferencia del progreso tecnológico–técnico: “Si el obrero trabaja 16 horas llega al límite de su resistencia y se enferma, muere. No es posible aumentar más el plustrabajo natural o absoluto; pero, en cambio, por medio del aumento técnico de la productividad se puede llegar a mayor producción en el mismo tiempo” (Dussel, 1985 p. 170).

Resumiendo; según Marx, la ganancia tiene su origen en la explotación de la clase trabajadora; la tasa de ganancia se obtiene relacionando las ganancias mismas con el valor del capital. Marx, supone que la relación entre trabajadores y capitalistas esta mediada por la tasa de explotación que los segundos imponen a los primeros y que, con el desarrollo del capitalismo, se presenta la oportunidad de aumentar la productividad “remplazando a los trabajadores por máquinas para reducir los costos en relación con sus competidores y obtener así una ganancia extraordinaria” (Bibard y Klimovsky, 2014 p. 21).

Bajo las premisas anteriores se podría argumentar, entonces, que Marx identifica (al igual que Smith y Ricardo) a la productividad laboral como un medio para la elevación de la calidad de vida de la población en general. Es decir, el aumento de la productividad laboral solo tiene sentido si se traduce en beneficios sociales.


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[1] “El ahorro de trabajo vivo no es para el hombre sino para acrecentar la valorización del capital” (Dussel, 1985 p. 168).


Bibliografía.

Bibard, C. y Klimovsky, E., (2014) Capital, salario y crisis. Un enfoque clásico. UAM – Siglo XXI Editores, México.

Dussel, E., (1985) La producción teórica de Marx. Un comentario a los Grundrisse. Siglo XXI Editores, Mexico.

Marx, K., (1867) El Capital. Tomo 1. Fondo de Cultura Económica, México.


Acerca del autor: L. Alberto Islas es maestrante en Economía Social por la UAM – Iztapalapa; actualmente desarrollando la tesis: «Pobreza estructural y niveles de productividad. Un análisis regional; México: 2008 – 2018».

1 comentario

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  1. Muy buen aporte, muy recomendable! Saludos.

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