By Danitza Morales

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A un año del inicio de la cuarentena por Covid-19 el gobierno sigue sin comunicar asertivamente. Tampoco logra seguir el plan de vacunación  que ya trazó. Sus errores han costado miles de vidas y han lastimado a familias donde falta dinero y ahora también integrantes.

Hace un año ya, justo después del puente de Benito Juárez, no regresamos a las oficinas, ni a la escuela, ni a las tareas cotidianas; dimos inicio a la nueva normalidad. Ya no nos reencontramos con nuestros compañeros en el trabajo, ni nos volvimos a reunir con nuestra familia y amistades.

“Cuarentena son cuarenta días”, pensamos. Pero la realidad nos rebasó.

Poco después de atender el “quédate en casa”, el gobierno comunicó de la peor manera y circuló un cartel donde afirmaba que el “Coronavirus no es una situación de emergencia”; invitó a no cancelar eventos masivos, actividades laborales y escolares; más aún, abiertamente pregonaba que el Covid -19 NO ERA GRAVE. Primero falló la estrategia y después la comunicación.

Con pasos improvisados, necios y poco arreglados a los protocolos internacionales, el gobierno de México comenzó a informar la situación derivada de la pandemia. Hugo López Gatell fue el vocero de las vespertinas, pero su imagen y credibilidad se fueron desgastando cada día.

“Susana distancia” no funcionó, tampoco las señales contradictorias sobre el uso del cubrebocas, menos el semáforo con todas las tonalidades del naranja, ni la campaña del “quédate en casa”.

Semanas después, los llamados comenzaron a ser ignorados. Las personas no podían seguir sobreviviendo sin trabajar, y poco a poco los centros turísticos y comerciales se abrieron para pronto cerrar de nuevo.

La empatía no fue una característica de los planes de acción del gobierno en la cuarentena. Faltó realismo y sobró discurso.

El resultado a un año: más de dos millones, trescientas mil personas contagiadas y casi doscientas mil defunciones en nuestro país.

Ahora, con la aplicación de vacunas, entre dosis regaladas, otras tantas malogradas, unas más regresadas, desorganización y largas filas, la situación marcha parecida: un poco más de cuatro millones de vacunas aplicadas y más de ciento veinticinco millones de personas en la fila de espera para recibir, aunque sea, la primera dosis.

Ya un año de caída tras tropezón, y de resbalones que costaron vidas. Entre el contagio del presidente, del encargado de la pandemia, de los viajes a Zipolite, de la caminata en la Condesa aún siendo positivo; de vacunas malogradas, y otras tantas regaladas el gobierno sigue con los brazos cruzados sin que la oposición le haga cosquillas.  

En una mano tenemos las elecciones más grandes en la historia. En la otra, miles de familias lastimadas. La comunicación del gobierno NO está funcionando. No es tarde para que el gobierno dé el giro que no ha dado. Coherencia, hechos y empatía es la fórmula.


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Acerca del autor: Danitza Morales estudió Derecho y Ciencias Políticas en la UNAM, cuenta estancias académicas en la Universidad Complutense de Madrid, la Universidad de Chile y el Senado de la República.