By María Fernanda Alarcón

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Hoy 12 de octubre, día conocido como “día de la raza” o de la hispanidad, ¿Qué celebramos? Bien, yéndonos a lo básico el descubrimiento de América en 1492, yendo a lo real el colonialismo y la profunda herencia de crueldad que viene con este: racismo.

Todos nos sabemos la historia, Colón en su afán de descubrir nuevas rutas a las indias pide el apoyo de los reyes católicos, emprendiendo un heroico viaje que termina en el increíble descubrimiento de América y en la importante tarea de colonizar los territorios, para finalmente desembocar en el fenómeno del mestizaje, Octavio Paz escribió “Si la Chingada es una representación de la Madre violada, no me parece forzado asociarla a la Conquista, que fue también una violación, no solamente en el sentido histórico, sino en la carne misma de las indias”.

Lo irónico es la obsesión por seguir bajo este contexto, por crear una pertenencia ficticia, México vive el racismo cada día, pero no, no hablo de este racismo extranjero del que con tanta continuidad repelamos, hablo del racismo del mexicano al mexicano.

Hay que analizar a profundidad la necesidad patológica del mexicano al desapego con la autenticidad, lo diferente, aquello que aparentemente quita valor y genera la búsqueda constante de una homogenización de nuestra cultura, que parte en gran medida de la globalización, que no solo no se alcanza, sino que crea narrativas excluyentes, siendo la más evidente de ellas, el clasismo.

La raza humana…

En todas las primarias el mexicano en algún punto se encuentra con la tabla del Sistema de Castas Colonial, un microchip racista implantado en nosotros que nos dice de donde vienes, quien eres y lo que puedes llegar a ser. Sí bien, esto nació en el siglo XVIII, hoy seguimos tomando como ley la existencia de las razas. Si apelamos a lo meramente biológico, existe solo una especie a la que pertenecen los humanos y es el Homo sapiens sapiens, en 1972 el estudio realizado por Harvard Richard Lewontin evidenció que no había diferencias relevantes a nivel molecular para clasificar “razas humanas”, por lo tanto, no existe una razón para el concepto, excepto la permisividad a procesos de discriminación derivados de las relaciones de poder, siendo una construcción social para establecer jerarquías que empiezan con la discriminación de rasgos físicos y étnicos, y que terminan con una completa desventaja socioeconómica estructural.

Sistema de castas colonial. Anónimo, siglo XVIII

Antes hablamos de la homogenización, pero hay que profundizar en el tema. El problema con este pensamiento es que a nivel teórico habla de igualdad, pero en lo practico es una forma de invisibilización de grupos sociales, en palabras de Stavenhagen, “una de las características del racismo moderno es precisamente que, para que una ideología racista prospere, no es necesario que exista una ‘raza’ […]. La ideología racista crea la raza al identificar como tal el grupo o grupos que se convierten en objeto de su atención»[1], quien se posiciona en la cima de la pirámide y quien en la base de ella; si María Antonieta dijo “si los pobres no tienen comida que coman pastel…”, el mexicano diría “te estas poniendo muy morena, ponte esta crema que blanquea…”.

¿Es un problema de Estado?

¿Es un problema que debe estar en la agenda pública? Por su puesto, el Estado tiene que garantizar el bienestar de todos sus ciudadanos, no de una parte de ellos, para ello es imprescindible concretar políticas publicas que atiendan esta problemática, pero no olvidemos que la responsabilidad no es totalitaria, es compartida, y como sociedad civil no solo tenemos la obligación de involucrarnos, sino de no seguir reproduciendo comportamientos; todo nace en nuestro comportamiento, y no termina hasta que tal comportamiento termine, porque como sociedad o normalizamos o exigimos.

De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) entre el 70% y 80% de la población es morena, sin embargo, de la población indígena el 40.3% ha manifestado haber sido victima de discriminación, pero esta ni siquiera es el total de la población de piel morena aún hay una de la que nos hemos olvidado durante siglos, aún cuando sea tan significativa para nuestra historia social y antropológica: la población afromexicana, la cual ha sido invisibilizada exponencialmente, al grado de no haber sido reconocida hasta tiempos recientes [2019] constitucionalmente, mientras que en otros Estados latinoamericanos como Costa Rica [2001] o Colombia [1993] el reconocimiento empezó antes. Ningún gobierno mexicano, pasado o presente ha asumido la responsabilidad, ni siquiera por ser mayoría, de dar representación real a estas poblaciones «ya pasó el tiempo del clasismo, del racismo, de la discriminación… y además de la hipocresía», expresó el presidente Andrés Manuel el 17 de junio 2020. Un ejemplo relevante y que lleva años existiendo, es lo que vemos en nuestras prisiones, donde se encuentra una importante cantidad de comunidad indígena monolingüe privada de su libertad debido a grandes errores en la configuración del sistema, partiendo desde la falta de traductores hasta el inexistente profundo análisis de las causas contextuales, que no dejan de ser una forma más de segregar a esta parte de la población.

¿Qué tan racistas somos?

Vemos el racismo tan lejano, nos escudamos en alegatos como “al menos no somos como Estados Unidos”, y es cierto, nuestro racismo no es una declaración formal de guerra; para una declaración de esta índole primero se tiene que reconocer al enemigo y para reconocer un enemigo se le tiene que atribuir el valor que representa como competencia; en México ni siquiera atribuimos ese valor, cerramos los ojos ante lo que no encaja en este modelo prefabricado de lo que debemos ser.

El racismo mexicano crea una consistente desventaja social y es aquí donde debemos darnos cuenta de que ningún factor social es excluyente de otro puesto que todo se conecta de alguna manera. De acuerdo con la Encuesta de Movilidad Social realizada por el Centro de Estudios Espinoza Yglesias en 2017, 22% de la población con una tonalidad de piel clara percibe mayores ingresos en el país, en comparación con el 4% en esta escala de población con tonalidad oscura, esto significa que desde el momento que nacemos tenemos un lugar predeterminado en la sociedad, y por favor, no caigamos en la trampa del romantizado discurso de “el que se esfuerza obtiene lo que quiere”, porque comprobado está que “ser de piel más oscura implica tener en promedio dos años menos de escolaridad, menor ingreso, menor acceso a puestos directivos y menores probabilidades de mejorar la posición socioeconómica. -Decimos que queremos combatir la pobreza, la desigualdad e, incluso, la violencia, pero no hemos hecho un análisis profundo de cómo la discriminación desempeña un papel en todos estos fenómenos- cuestiona Alexandra Haas[2]” (A. Jarquín).

Yalitza Aparicio y Tenoch Huerta recibiendo el premio a Diversidad e Igualdad de Género, entregado por la revista GQ

México tiene un racismo estructural que los propios mexicanos hemos creado, perdura a pesar del tiempo, sí, cada vez que tenemos casos como el reciente asesinato de Giovanni López, cada vez que nuestras televisoras escogen pasar a cámara solo a personas de determinada fisonomía, cada vez que en tu CV te piden que agregues tu fotografía para corroborar que des el perfil, cada vez que escuelas y universidades prestigiosas escogen en sus campañas solo a ciertos estudiantes, pero también, cada vez que decimos “trabaja como negro, para vivir como blanco” “naco” “chacha” “indio” y tantos más; vemos a gente como Yalitza Aparicio y salimos a decir que no es actriz y que no sabe actuar, pero la nominaron a un Oscar; que tiene mal físico pero es imagen de Dior, que no ha hecho nada, pero en menos de dos años ya es una activista de importancia, porque no solo indigna que tenga tanto talento y carisma natural, nos indigna (inconscientemente) que sea una mujer indígena quien los tenga, como si no mereciera tenerlos

Nos esforzamos en minimizar y justificar nuestro racismo, creemos que nosotros jamás lo hemos reproducido, pero es importante reconocer que somos parte del problema hasta que nos quitemos la venda de los ojos, el racismo en México existe, es imperativo dejar de perpetuarlo. No se trata de que todos seamos iguales, se trata de ver la belleza de la diversidad.


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[1] Racismo y xenofobia en tiempos de la globalización

[2] Presidenta del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación hasta noviembre.


Referencias:

Camhaji, E. (2020, 2 marzo) México pregunta por primera vez sobre la población negra y afrodescendiente. EL PAÍS: el periódico global. https://elpais.com/sociedad/2020-03-02/mexico-pregunta-por-primera-vez-sobre-la-poblacion-negra-y-afrodescendiente.html

Comisión Nacional Para El Desarrollo De Los Pueblos Indígenas. Censo de Población Indígena Privada de la Libertad (C.P.I.P.L.) 2017.

Jarquín, A. (2020, 4 junio). Educación, empleo, justicia… así es el racismo en México, según investigadora del CIDE. https://www.elfinanciero.com.mx/nacional/educacion-empleo-justicia-asi-es-el-racismo-en-mexico-segun-investigadora-del-cide

Krozer, A. (2019). Élites y racismo: el privilegio de ser blanco (en México), o cómo un rico reconoce a otro rico. Economía y sociedad. https://economia.nexos.com.mx/?p=2153

Reich, D. (2018, 23 marzo). How Genetics Is Changing Our Understanding of ‘Race’. https://www.nytimes.com/2018/03/23/opinion/sunday/genetics-race.html

Stavenhagen, R. (1994). Racismo y xenofobia en tiempos de la globalización. Estudios sociológicos, ISSN-e 0185-4186, Vol. 12, Nº. 34 (ENE-ABR), págs. 9-16

305.021 Instituto Nacional de Estadística y Geografía (México). Encuesta Nacional sobre Discriminación 2017 : ENADIS : diseño muestral / Instituto Nacional de Estadística y Geografía.– México : INEGI, c2018. vii, 22 p. 1. Discriminación – Estadísticas – Metodología.


Acerca del autor: María Fernanda Alarcón es licenciada en Relaciones Internacionales por la Universidad De Las Américas Puebla (UDLAP).