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Conceptualización de la pobreza
El significado del sustantivo pobreza según el Diccionario de la Real Academia es definido como “necesidad, estrechez, carencia de lo necesario para el sustento de la vida”[1]. De esta corta definición surgen dos consideraciones: 1) la pobreza está relacionada con un estado de necesidad y carencias y 2) dichas carencias están relacionadas con lo considerado necesario para el sustento de la vida. Queda explicito, entonces, que la pobreza constituye una deprivación: la incapacidad de satisfacer las necesidades “más fundamentales” del hombre (Boltvinik y Hernández Laos, 1999; Hernández Laos, 2001). Gran parte de la discusión sobre el tema gira en torno a reconocer e identificar dichas necesidades fundamentales.
La discusión de la pobreza tiene antecedentes en los trabajos seminales de los economistas clásicos (Lipton y Ravallion, 1995); Smith estableció un punto de vista muy relevante para la discusión al argumentar que “todo hombre es rico o pobre según el grado en que pueda gozar de las cosas necesarias, convenientes y gratas de la vida” (p. 64). Desde un punto de vista marxista, el capital es trabajo acumulado por la clase capitalista como resultado de una retribución menor al valor de los bienes generados por la clase trabajadora. Por lo tanto, la desigualdad y la pobreza son consecuencias lógicas e inherentes al sistema de producción capitalista (Peet, 1975).
Al estudiar el valor de la fuerza de trabajo y su conservación, Marx argumenta que el hombre, como ser viviente y social, precisa de un conjunto de víveres y medios de vida que “habrán de ser suficientes para mantener al individuo en su estado normal de vida y de trabajo” (Marx, 1967 p. 124). Tanto Smith como Marx atribuyen un carácter histórico a la pobreza al notar que es un fenómeno que evoluciona junto con la sociedad en su conjunto. Al respecto, Marx establece que las necesidades son cambiantes en función de las condiciones naturales de cada país, y que el volumen y el modo de satisfacer dichas necesidades dependen, a su vez, del nivel cultural y de las condiciones existentes en cada sociedad[2]. Empero, “en un país y en una época determinados, la suma de medios de vida necesarios constituye un factor fijo” (ibid., p. 124).
Siguiendo la lectura de Hernández Laos (2001), el debate anterior originó dos conceptualizaciones de la pobreza: 1) la visión que considera a la pobreza como una manifestación relativa, tanto en el tiempo como en el espacio y 2) la que conceptualiza a la pobreza como una manifestación absoluta en la dimensión de las capacidades del hombre, pero con diferentes dimensiones en el ámbito de las necesidades y de los recursos requeridos para la satisfacción de estas.
Sen (1983 p. 153) se plantea: “¿El foco de atención debería ser la pobreza absoluta o la pobreza relativa?, ¿Debería estimarse la pobreza con una línea de corte que refleje un nivel debajo del cual la gente está -en algún sentido- absolutamente pauperizada, o un nivel que refleje los estándares de vida usuales de un país en particular?”. Townsend (1979), uno de los promotores más activos del enfoque relativo de la pobreza, señala: “Cualquier conceptualización rigurosa de la determinación social de la necesidad disuelve la idea de necesidad absoluta. Y una relatividad completa se aplica tanto al tiempo como al espacio. Las necesidades de la vida no son fijas, se adaptan constantemente y aumentan de acuerdo a los cambios de la sociedad”[3].
Para Sen (1983), existe cierto consenso en los países desarrollados en el adoptar el enfoque relativo de la pobreza[4]; sin embargo, el autor argumenta al no estar de acuerdo en dichos planteamientos, que la pobreza “deber ser vista como una noción absoluta, incluso si la especificación de los niveles absolutos debe realizarse de forma diferente a como tradicionalmente se hacía” (ibid., p. 153). El enfoque absoluto propuesto por Sen establece que “el umbral de pobreza está en función de algunas variables, y no existe una razón a priori de que esas variables no puedan cambiar en el tiempo” (Sen, 1983 p. 155). Derivado de ello, el autor argumenta la existencia de un núcleo irreductible (“irreductible core”) en la idea de la pobreza. Como resultado, el enfoque adecuado para el estudio de la pobreza es, según Sen, el relacionado con las capacidades de las personas para funcionar en una sociedad, y no los satisfactores ni su utilidad. Desde ese punto de vista: “la pobreza es una noción absoluta en espacio de las capacidades, pero relativa en el espacio de los bienes y sus características” (Sen, 1983 p. 153).
En un muy interesante artículo, Desai (1990) intenta operacionalizar el concepto de pobreza de Sen. Para Desai (1990 p. 1) el umbral que define la pobreza está en función de dos elementos: las capacidades que son esenciales para la vida humana y una metodología para hacerlas medibles y operativas. En ese sentido, el autor propone cinco capacidades fundamentales: 1) la capacidad de permanecer vivo y disfrutar de una vida prolongada, 2) la capacidad de asegurar la reproducción biológica de las personas, 3) la capacidad de vivir una vida saludable, 4) la capacidad de interactuar socialmente y 5) la capacidad de adquirir conocimiento y la libertad de pensamiento y expresión[5] [6].
Ahora bien, tomando en cuenta el carácter absoluto de las capacidades, se da lugar a necesidades cambiantes en el tiempo y espacio; cuya satisfacción mediante recursos (bienes y servicios) puede lograrse mediante su combinación en diversas proporciones, dependiendo de las condiciones existentes en el tiempo y espacio (Hernández Laos, 2001). De esa manera, la pobreza -entiéndase como la deprivación de cualquier capacidad- adquiere un significado absoluto en el ámbito de las capacidades y uno relativo en el de las necesidades y los recursos para satisfacerlas[7] (ibid., p. 40).
En este marco conceptual descrito hasta ahora es que se plantean algunas consideraciones referentes a la medición de la pobreza, sus métodos y algunas críticas de importancia hacia ellos.
Medición de la pobreza
Por diversas razones, la medición de la pobreza es una herramienta sustancial para el diseño de las políticas públicas cuyo objetivo es combatirla. Una de las razones es que la proporción de las personas en situación de pobreza, así como como la intensidad de su deprivación y otras características ocupacionales y personales, son elementos que las mediciones de pobreza pueden proveer y que son fundamentales para la implementación de políticas públicas. Otra razón es que sería imposible realizar cualquier tipo de evaluación del aparato social en su conjunto si se desconoce la magnitud y severidad de la pobreza al inicio de algún periodo y su evolución posterior (Boltvinik y Damián, 2020).
De acuerdo con Sen (1992), el primer requisito para conceptuar la pobreza es tener un criterio claro que permita definir la población de interés. En ese sentido, el especificar algunas “normas de consumo” o una “línea de pobreza” ofrece una alternativa al respecto: los pobres serian aquellos cuyos niveles de consumo sean inferiores a dichas normas, o cuyos ingresos estén por debajo de dicha línea.
Sen (1992) argumenta que detrás de cada medida de pobreza está presente un concepto analítico el cual englobe las ideas en relación a la concepción de la pobreza misma. Tomando ello en consideración, el ejercicio que representa la medición de la pobreza se puede dividir en dos operaciones diferentes, pero no inconexas: 1) un método para incorporar un grupo de individuos en la categoría de pobres (identificación) y 2) un método que integre las características del conjunto de pobres en una “imagen global” de la pobreza (agregación). Obviamente, la identificación de la población en situación de pobreza precede a la agregación. El procedimiento hacia la identificación consiste en establecer y definir un conjunto de necesidades “básicas” o “mínimas” y considerar la incapacidad de satisfacer dichas necesidades como demostración de pobreza[8]. Las necesidades involucradas en la identificación de la pobreza se especifican o bien en términos de bienes y servicios o en términos de características[9]. Mucha de la complejidad del problema de la agregación se resolvería si cada característica se pudiera obtener de un único bien; de esa manera seria sencilla la conversión de las necesidades de características en necesidades de bienes y servicios. Sin embargo, con frecuencia no es así. Es por esta razón que con regularidad las necesidades “básicas” se definen como un “vector hibrido”, en el cual algunos de sus componentes son puramente características y otros son bienes (ibid., p. 9).
Las investigaciones que cuantifican la pobreza son relativamente recientes; el trabajo de Rowntree (1901) a inicios del siglo pasado es considerado pionero en el análisis empírico de la medición de la pobreza. Desde un enfoque biológico, el autor realizó un estudio en la ciudad de York donde utilizó una definición de pobreza basada en los requerimientos nutricionales esenciales para preservar la vida[10]. Fue hasta mediados del siglo XX que organismos internacionales como el Banco Mundial y Organización Internacional del Trabajo (OIT) reconocieron a la pobreza como un fenómeno global.
En la práctica actual se han diseñado e implementando muy diversos métodos para precisar la incidencia e intensidad de la pobreza en diferentes partes del mundo. En términos generales, se utiliza algunos de los siguientes tres métodos o sus combinaciones: 1) método de necesidades básicas insatisfechas (NBI), 2) método de líneas de pobreza (LP), 3) método de medición integrada de la pobreza (MMIP) (Hernández Laos, 2001).
El método NBI se fundamenta en la selección de una conjunto de necesidades y de un numero de indicadores que reflejen su cumplimiento con el objetivo de cuantificar a la población que incumple con los estándares especificados. Este método, al trabajar diferentes dimensiones de manera simultánea, permite la identificación de los hogares y personas en situación de pobreza (Boltvinik, 1999).
El LP es un método indirecto que combina una canasta normativa de recursos (bienes y servicios) que especifican la línea de pobreza, cuyo precio de adquisición es comparado con el ingreso per cápita de los miembros del hogar, lo que permite identificar como pobres a los hogares y personas cuyo ingreso sea menor a la especificado por la línea de pobreza correspondiente. En algunos estudios que utilizan este método se ha construido una canasta alimentaria, calculado su costo y, al dividirlo entre el coeficiente de Engel (la proporción de gasto destinado a alimentos), se obtiene una línea de pobreza. Al costo de la canasta alimentaria se le ha denominado línea de pobreza extrema y su objetivo es identificar a la población en situación de pobreza más severa (COPLAMAR, 1982; CEPAL-PNUD, 1994; Boltvinik, 1999).
El método de medición integrada de la pobreza (MMIP) tiene diversas versiones[11]; en esencia, este método es una combinación de los dos anteriores; ya que, mediante la aplicación del método NBI, se identifica la satisfacción de algunas necesidades (especialmente las relacionadas a los bienes públicos), y el resto de las necesidades se identifica mediante el método LP, es decir, las necesidades cuya satisfacción está sujeta a formas mercantiles de adquisición (Hernández Laos, 2001).
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[1] La etimología de la palabra pobreza proviene del latín “pauper”, que significa “infértil” en referencia, probablemente, a quienes cultivaban tierras menos fértiles y generosas que los demás.
[2] Marx anota: “el volumen de las llamadas necesidades naturales, así como el modo de satisfacerlas, son de suyo un producto histórico que depende, por tanto, en gran parte, del nivel de cultura de un país y, sobre todo, entre otras cosas, de las condiciones, los hábitos y las exigencias con que se haya formado cada sociedad” (ibid., p. 124).
[3] Citado en Sen (1983 p. 155).
[4] “Parece haber surgido un consenso a favor de adoptar una visión relativa de la pobreza en los países ricos” (Sen, 1983 p. 153).
[5] El propio autor (1990 p. 20) apunta sobre la superposición de las capacidades; otros analistas, nota Desai, han agregado las capacidades 1, 2 y 3 bajo una sola titulada “salud”, y la 4 y 5 en otra llamada “relaciones sociales”.
[6] En este punto, Desai resalta la importancia de no confundir capacidades y necesidades: “Tenga en cuenta que estas no son necesidades (en referencia al listado de capacidades); por eso, la nutrición y el refugio no aparecen aquí, ni las mercancías como comida, vivienda y educación. El espacio de las capacidades consta de un pequeño número de requisitos absolutos” (p. 20).
[7] Sobre el gasto en los recursos destinados a la satisfacción de las necesidades Desai (1990 p. 22) escribe: “Sólo la sociedad en la cual viven las personas puede tener una perspectiva de lo que sus miembros deben tener con el objeto de llevar una vida decente o poseer un mínimo de capacidades para funcionar como miembros de esa sociedad”. Es decir, dicho gasto en el espacio de los recursos deber ser suficiente para garantizar, a todos los miembros de la sociedad, las capacidades de acuerdo con la práctica social (Hernández Laos, 2001).
[8] En este punto Sen (1992) retoma la discusión entre considerar a la pobreza en términos relativos y absolutos apuntando que: “las consideraciones de la privación relativa son pertinentes para definir las necesidades básicas, pero los intentos de hacer de la carencia relativa el único fundamento de esta definición están condenados a fracasar, ya que hay un núcleo irreductible de la privación absoluta en el concepto de pobreza” (Sen, 1992 p. 9).
[9] “El trigo, el arroz, las papas, etc.; son bienes, mientras que las calorías, proteínas, vitaminas, etc., son características de estos bienes que busca el consumidor” (Sen, 1992 p. 8).
[10] Se han identificado amplios y numerosos problemas metodológicos en el relacionar la pobreza con meramente los requerimientos biológicos para el mantenimiento de la eficiencia física. Ante el muy amplio debate al respecto, aquí únicamente vale resaltar el argumento de la existencia de variaciones significativas en relación a los rasgos físicos, las condiciones climáticas y los hábitos de trabajo de diversas sociedades, lo que dificulta en consideración el establecimiento de los requerimientos nutricionales esenciales. Al respecto Sen (1992 p. 4) escribe: “Los llamados requerimientos nutricionales mínimos encierran una arbitrariedad intrínseca que va mucho más allá de las variaciones entre grupos y regiones”. Otro problema metodológico es el relacionado con la conversión de los requerimientos nutricionales mínimos a bienes específicos. No es del todo clara la relación entre la elección de una dita de costo mínimo que cubra los requerimientos nutricionales específicos y el costo de esta; ya que los hábitos alimenticios de las personas no están en función de un ejercicio de minimización de costos; es decir, la proporción del ingreso destinada a los alimentos no solo varia con los hábitos y la cultura, sino también con los precios relativos y la disponibilidad de los bienes (Sen, 1992).
[11] El método MMIP tiene diversas variantes; el MMIP original fue desarrollado por Beccaria y Minujin (1988), mientras que las variantes MMIP refinada y MMIP modificada son versiones transformadas por Boltvinik (1992). Adicionalmente, el Método de la Cantidad y Calidad de Vida (MCCV) y el Método de Medición Integrada de la Cantidad y Calidad de la Vida (MEMICCAV), desarrollados por Desai (1992) y Boltvinik (1994) respectivamente, además de los elementos considerados en el MMIP, introducen el concepto de cantidad de la vida mediante la proporción del potencial vital realizado.
Bibliografía
Desai, M. (1990), “Poverty and Capability: Toward an Empirically Implementable Measure”. Frontera Norte, Núm. Especial: Pobreza, 1994.
Boltvinik, J. (1999), “Conceptos y medidas de pobreza” en “Números que mueven al mundo: la medición de la pobreza en México”, Miguel Székely coord., Porrúa.
Boltvinik, J. y Damian, A. (2020), “Medicion de la pobreza de México: análisis critico comparativo de los diferentes métodos aplicados”. Estudios y perspectivas, CEPAL.
Hernandez Laos, E. y Boltvinik, J. (1999), “Pobreza y distribución del ingreso en México”. Siglo XXI Editores.
Hernandez Laos, E. (2001), “Retos para la medición de la pobreza en México” en “Números que mueven al mundo: la medición de la pobreza en México”, Miguel Székely coord., Porrúa.
Lipton, M. y Ravallion, M. (1995), “Poverty and policy”. Handbook of Development Economics Vol. III.
Marx, K. (1967), “El Capital”. Fondo de Cultura Económica.
Peet, R. (1975), “Inequality and poverty: a marxist-geographic theory”. Annals of the Association of American Geographers, Vol. 65 No. 4.
Sen, A. (1983), “Poor, relatively speaking”. Oxford Economic Papers, New Series, Vol. 35, No. 2 pp. 153 – 169.
Sen, A. (1992), “Sobre concepto y medida de pobreza”. Comercio exterior, Vol. 42, núm. 4.
Acerca del autor: L. Alberto Islas es doctorante en Economía Social por la Universidad Autónoma Metropolitana Iztapalapa.
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