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El 1 de diciembre de 2018 inició un nuevo gobierno en México, con la promesa de un cambio de régimen, se trata del sexenio de Andrés Manuel López Obrador (2018-2024). Es el primer gobierno que no emana del Partido Revolucionario Institucional (PRI) ni del Partido Acción Nacional (PAN), sino de un movimiento político convertido en partido político en 2014, el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), con una pequeña ayuda del Partido del Trabajo (PT) y del Partido Encuentro Social (PES).
Desde su inicio, las expectativas han sido muy altas, porque se ha planteado que con este gobierno se acabaría con la corrupción, es interesante y necesario el propósito, pero un problema que lleva siglos no se resuelve en seis años por mucha voluntad política del todavía nuevo presidente de México. Es inapropiado juzgar un sexenio cuando la administración lleva un año con nueve meses en funcionamiento, aunque desde el triunfo del tabasqueño en julio de 2018, su poder fue claro y el gobierno anterior de Enrique Peña Nieto (2012-2018) quedó casi olvidado por los proyectos y las audiencias del candidato triunfador en un inicio y después, presidente electo de México.
Andrés Manuel López Obrador ha roto con las tradiciones de gobiernos anteriores, desde el inicio de su mandato ofrece conferencias matutinas diariamente, llamadas coloquialmente “mañaneras”, su estilo es un tanto desenfadado, ha planteado informar al pueblo de México todos y cada uno de los avances, sus conferencias ocurren inmediatamente después de la reunión de Gabinete de Seguridad. En ocasiones sus ponencias son muy interesantes y abarcan temas de la mayor importancia para el país, en otras hay ciertas situaciones de dispersión temática y en otras no queda claro el tema, lo cierto es que hay protagonismo del presidente actual en dichos eventos.
El presidente ha logrado cosas destacadas, aunque no muy fáciles de lograr ni tan baratas que digamos, el aeropuerto que se iba a construir en Texcoco fue cancelado, en su lugar se prepara un nuevo aeropuerto en la Base Aérea de Santa Lucía, llamado Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, en honor al revolucionario de origen hidalguense que apoyó a Madero y, posteriormente a Villa y que murió fusilado después de un juicio militar manipulado promovido por el entonces presidente de México, Venustiano Carranza.
La Refinería de Dos Bocas en Tabasco avanza, aunque lentamente, el Tren Maya está logrando convertirse en un proyecto sumamente interesante, porque empezó mal, con deficiencias en su estructura y planteamiento, pero ha ido mejorando su conformación con el paso del tiempo. El tren interurbano México-Toluca lleva avances, no tan fuertes, pero va poco a poco en su proceso.
El tema del avión presidencial ha sido polémico por decir lo menos, debido a que la compra pactada por parte de Felipe Calderón en 2011 fue a plazos, no se logró una venta, por ello, la rifa que será dentro de dos semanas y en la cual cada boleto tiene un precio de 500 pesos, implicará dinero, no el avión, ese dinero servirá para pagar la deuda y lograr la venta directa del aparato. En cuanto a la corrupción, se han logrado algunas victorias en relación con funcionarios de administraciones pasadas, pero el actual gobierno tiene algunos asuntos relacionados con su gabinete que no han sido debidamente esclarecidos, eso deja dudas sobre el desempeño limpio que se propone.
López Obrador ha dicho que 90% de honestidad y 10% de experiencia bastan para contratar funcionarios, porque aduce que durante los años del neoliberalismo (1983-2018), las personas más preparadas usaron sus conocimientos para corromper estructuras, convendría saber si durante los años de 1934 a 1982 las cosas fueron tan adecuadas que no hay cosa alguna por juzgar, salvo la matanza de estudiantes el 2 de octubre de 1968. Parece haber en el presidente una nostalgia en relación con los tiempos de Adolfo Ruiz Cortines, presidente de México entre 1952 y 1958, justo el sexenio durante el cual el tabasqueño nació en Macuspana el 13 de noviembre de 1953. En ese gobierno hubo mucha disciplina presupuestal y Don Adolfo fue un presidente austero, pero antidemocrático, porque impuso muchas cosas durante su mandato, a decir de Enrique Krauze, quien lo ha biografiado.
Lo ocurrido en casi dos años de gobierno, cerca de la tercera parte del sexenio, llevan a ver que el robo de combustible no ha podido ser resuelto, tampoco la inseguridad, ello es lógico, se trata de problemas que exigen un plan a treinta años que no haga distinciones por fuerza política gobernante. El tema más delicado desde marzo hasta la actualidad tiene que ver con el manejo de la pandemia relacionada con el Coronavirus, durante cinco meses, el gobierno ha enfrentado problemas para atender adecuadamente el problema de salud.
Es cierto que la sociedad es muy inconsciente, especialmente en las grandes ciudades, sin embargo, Hugo López-Gatell, subsecretario de salud, ha planteado que 60 mil muertes serían el peor de los peores escenarios, México ya está en tal situación, las acciones hospitalarias, los contagios, las pruebas disponibles, el precio de las mismas, la semaforización de rojo, naranja, amarillo y verde, todo ello, pone en evidencia que ha habido fallas estructurales, gobiernos estatales divididos, apoyos y rechazos hacia el gobierno federal, ataques entre autoridades, contradicciones, en fin, un contexto complicado, que ha puesto hasta cierto punto en duda la forma de conducción del gobierno en cuanto al tema de salud.
El gobierno actual es el resultado de luchas sociales de hace décadas, de los esfuerzos del Ing. Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, candidato presidencial en tres ocasiones, fundador y primer presidente del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Primer Jefe de Gobierno del Distrito Federal (hoy Ciudad de México) entre 1997 y 1999. Ifigenia Martínez, Heberto Castillo, Gilberto Rincón Gallardo, Demetrio Vallejo, Valentín Campa, entre otras personalidades fueron conformando cambios políticos que llevaron directa o indirectamente al triunfo de López Obrador.
Las luchas sociales, los movimientos de reivindicación, los esfuerzos por forjar una vida realmente democrática en México, han llegado al resultado de un movimiento que se plantea de izquierda, que plantea una moral hacia el pueblo, que busca romper con treinta y cinco años de neoliberalismo, pero que todavía no ha establecido con toda claridad los cimientos de un proyecto de país que se oriente a las próximas generaciones, no a las próximas elecciones, un proyecto de largo plazo que parta de este sexenio y continúe con los siguientes gobiernos sin importar partidos o ideologías, sino un genuino plan de tres décadas que siente las bases de solución a los grandes problemas nacionales.
México es un país con mucho potencial, ya que, de un total de 194 naciones, es el decimotercer más grande en tamaño y también ocupa el mismo lugar en capacidad tanto productiva, como económica, es uno de los diecisiete países bioceánicos del mundo, tiene una envidiable diversidad de flora y fauna, además de una condición climática envidiable, los extranjeros han logrado grandes éxitos en México, no así los mexicanos, cuando menos no en la misma proporción. Se comprende que los programas asistenciales se tomen en cuenta, pero no como un acicate de desarrollo, es necesario que haya una capacidad autogestora de capital.
Lo anterior demanda un proyecto de economía social y solidaria, en el cual el gobierno y las personas hagan compromisos comunes, se necesita apoyar a la ciencia y la tecnología, erradicando la corrupción de parte de investigadores que han hecho turismo académico por décadas, se necesita fomentar una ética pública que deban respetar todos sin distinción de credo, condición socioeconómica, nivel académico, color de piel, preferencia sexual, discapacidad, sexo o tendencia ideológica. Hace falta que se incorporen estos elementos dentro del Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024, que no los toma en cuenta y que bien puede incluirlos, aún es muy buen tiempo para ello.
Juzgar a los expresidentes es un buen tema, pero como algo automático, sin pruebas, es un tanto irregular, hacer una consulta sobre ello en lugar de una reforma al poder judicial, resulta peligroso, porque se trata de hacer las cosas en un marco legal, sin juicios de valor, sin ataques a instituciones como el Instituto Nacional Electoral (INE), denostado por el gobierno por alentar fraudes electorales, siendo que hubo una reforma en 2015 que le fue favorable al actual presidente para llegar al cargo.
Estos casi dos años de gobierno han mostrado luces y sombras, como cualquier gobierno, el punto es que las expectativas han sido muy altas y los resultados no han sido del todo alentadores, es claro que no se pueden lograr cambios de fondo en tan poco tiempo, pero tampoco se ve claramente un proyecto concreto en ciertos temas dentro del gobierno como para sentir tranquilidad en el sentido de que se perfilan treinta años de buenos planteamientos, considero que una revisión más minuciosa y rigurosa es necesaria, a fin de lograr un plan que sea mejor estructurado y que pueda mantenerse alejado de la corrupción.
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Acerca del autor: Omar Barragán Fernández es profesor-investigador de tiempo completo en la Universidad Politécnica Metropolitana de Hidalgo.
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