By Carlos Rivas

Correo: carlos.rivas@politicaladvisorsapc.com


El autollamado Frente Nacional Anti AMLO (FRENAAA) ha posicionado un discurso de enfrentamiento directo hacia la actual gestión del gobierno federal. El mensaje es reiterativo y entre dos bandos, el de los buenos contra el de los malos, así como el de los malos contra los buenos, con una posición maniquea, alejada del espíritu democrático de un país.  

Un régimen democrático se caracteriza por la pluralidad de ideas, la diversidad pensamientos y la libre convicción de las personas para propiciar el debate sobre los asuntos públicos, que permiten converger en algunas ideas, mientras que en otras se mantienen divergencias.

A pesar de estos principios mínimos de democracia, pareciera que el movimiento FRENAAA no los considera y únicamente demuestra una animadversión hacia el gobierno actual, sin un fundamento real en sus demandas.

Por lo anterior, surge el cuestionamiento sobre por qué los integrantes de FRENAA consideran que representan a todos los opositores de AMLO y su gobierno. No han sido capaces de involucrar a otros grupos ideológicos o sociales, mientras que sólo limitan sus convicciones a los de una élite, por cierto, poco popular.

Por supuesto, este movimiento tiene el legítimo derecho a manifestarse, de la forma que considere la mejor opción; sin embargo, hasta el momento, los actos han sido de mínimas personas, con respecto a la ciudadanía afín a la 4T; incluso emulando, sin éxito, actos como los realizados por los grupos lopezobradoristas en el pasado.

Creer que FRENAAA aglutina a millones de mexicanos y que tiene afinidad con todos los opositores resultaría utópico, sería como creer en la existencia de un grupo denominado “PRIAN”, como recurrentemente lo hacen los afines a Morena.

Lo anterior tiene sentido, cuando se analiza el discurso de cada partido, desde su trinchera hacia el resto de partidos políticos. Por ejemplo, cuando el PRI estuvo en el poder (en sus dos momentos, antes del 2000 y después del 2012) reconocían al PAN, al PRD, a Morena y al resto de partidos no aliados, como “los de oposición”, más allá de los principios dogmáticos y comportamientos pragmáticos; por su parte, quien simpatiza con Acción Nacional ve a Morena (en su momento al PRD) como un apéndice o “hijo menor del PRI”, derivado de la integración de exmilitantes del Revolucionario Institucional.

Entonces, es posible clasificar a los opositores a la 4T en tres grupos: los representantes partidistas, ubicados en posiciones dentro de los mismos partidos políticos, legisladores locales o federales, que representan de manera directa a una fracción parlamentaria; los representantes del poder ejecutivo en los gobiernos estatales, en donde desde el ejercicio gubernamental, pueden o no tener divergencia con el gobierno federal, incluso en la actualidad son mayoría sobre los gobiernos emanados por Morena o sus aliados; finalmente, se encuentra el resto de la ciudadanía que no se identifica ni pertenece a alguna fuerza política, pero que está en desacuerdo con los políticas generadas por la 4T.

Pudiera pensarse que FRENAAA tuviera alguna representación de personajes políticos, pero no son los suficientemente fuertes para identificar a toda la sociedad y solo responde a intereses de ciertos grupos, muy alejados de la representación popular.  

En el caso de los partidos políticos y sus representantes en activo, éstos tienen diferentes matices, por lo que vale la pena diferenciar cuáles son los principios básicos de los tres partidos más antiguos (PAN, PRI y PRD), así como de Morena, que actualmente está en el poder del gobierno federal, por supuesto sin el afán de discriminar al resto de partidos, que incluso tienen amplia representación legislativa, como es el caso del PT.

Por ejemplo, el PAN en su declaración de principios(1) manifiesta estar orientado a la libertad y responsabilidad social, con una proyección en sus principios de solidaridad y subsidariedad, con el propósito de que una sociedad ordenada y generoso concurra a la realización del bien común.

Por su parte el PRI, en sus principios(2), se asume como el heredero del proceso revolucionario y responde al compromiso de expresar las aspiraciones de una sociedad en programas e instituciones, desde una posición de interpretar los principios y propósitos de la Revolución Mexicana en el siglo XXI.

Asimismo, el PRD pretende responder a una realidad en el que amplios sectores de la sociedad se ubican en la extrema pobreza y en una situación angustiante, reflejo de una severa crisis social, mediante un proyecto de nación(3).

Finalmente, Morena, surgido de un movimiento social en 2006, declara a la felicidad como un eje rector en beneficio de vecinos, compañeros de estudio trabajo, en la colonia, la colectividad, el pueblo o el país; así como reivindicar al género humano, con los principios éticos de organización y defensa de los derechos humanos, la libertad, la justicia y la dignidad de todos(4).

Pareciera, que todos tuvieran como constante el bienestar del país, sin embargo, esta pretensión resultaría insuficiente, ya que cada ideología contrasta con las otras y enriquece la diversidad democrática, en donde cada expresión es el resultado de un conjunto de principios y objetivos legítimos de cada partido.

Así, observamos que cada fuerza política persigue diversos fines, por supuesto también relacionado con las agendas legislativas formales e informales de los grupos parlamentarios, que cumplen con un determinado propósito político, rodeado de negociaciones y toma de decisiones pragmáticas, que dan certeza al trabajo legislativo.  

Por otro lado, los gobiernos estatales emanados de distintos partidos, opositores a Morena, tienen el factor de ejercer políticas públicas con base en sus ideologías, pero también cuentan la urgente tarea de demostrar por qué están en el poder, en el que sea visible el valor público de cada acción gubernamental, eficientes, alejadas de condiciones de corrupción y, sobre todo, con un discurso que esté en favor de la ciudadanía sin importar colores partidistas.  

También, se encuentra la sociedad no involucrada directamente en la política, a quien se e conoce como “la ciudadanía de a pie”, aquella persona que sale todos los días a trabajar, a ganarse un sustento, que paga sus impuestos y que incluso es favorecido por algún programa social de cualquier nivel de gobierno, pero que no se involucra del todo en los asuntos públicos y, sin embargo, tiene la capacidad para criticar al gobierno en turno.

Con base en lo anterior, FRENAAA no puede considerarse movimiento absoluto de oposición a López Obrador, es solo un grupo minoritario de personas, que se manifiesta, que mantiene un campamento en el zócalo capitalino, pero que no representa al resto de críticos del gobierno.

Además, a pesar de las críticas que se tenga hacia el actual régimen, debemos reconocer que es un gobierno emanado dentro de una democracia, electo en las urnas, cuyo candidato fue aquel con mayor número de votos en el proceso electoral y con amplio margen entre el resto de candidatos, quienes, por cierto, en su momento validaron y aceptaron el triunfo de AMLO como gobierno.

La mayoría de los votantes mexicanos eligieron a un gobierno de seis años, el cual no puede ser calificado (al igual que las administraciones anteriores) como que todo está mal o todo está bien, la historia determinará cuáles fueron los aciertos y cuáles fueron las fallas y sopesará cuál de éstos tendrá mayor relevancia.

De esta forma, un grupo minoritario, como lo es FRENAAA, no es lo suficiente fuerte para exigir la renuncia de un presidente que ganó por mayoría, que a pesar de las críticas sobre su actuar y sus errores, tiene la facultad para continuar el resto del tiempo por el que fue elegido.

Si bien, en esta ocasión, por primera vez existirá la posibilidad de revocación de mandato en 2022, resulta delicado este tipo de ejercicios, en el que se ejerza un voto en favor o en contra, ambos con argumentos más relacionados por los sentimientos que con la propia razón. La elección fue clara en 2018 y se trató de elegir un gobernarte por 5 años y 10 meses.

Como ya lo he reiterado, FRENAAA tiene su legítimo derecho a expresarse, a criticar lo que considere erróneo, pero no es lo suficientemente representativo para exigir la renuncia de un gobernante. Se le olvida que para ello están las urnas en donde se ejerce un voto, como sucederá en 2021, cuando se renueve la cámara de Diputados y pudiera optarse una estructura más plural con la participación de diversas fuerzas, sin una mayoría.

Asimismo, FRENAAA deja a un lado, el principios de que el buen ejercicio del gobierno también es una condición importante para la continuidad de un partido político. Olvida también exigirles a otros gobiernos estatales sobre las diferentes asignaturas pendientes, por lo que debe evitar actos que lejos de abonar a la democracia, caen en expresiones de burla de quien hoy ostenta el poder, además de poner en riesgo a las personas que participan en un contexto de confinamiento y posibles contagios ante el Covid-19.

El mensaje recurrente que este movimiento opositor emite hacia la sociedad es de un grupo elitista, que no suele bajarse de su automóvil, de una determinada condición socioeconómica y, que repite de mala manera, lo que fue criticado en 2006 al cerrar el Paseo de la Reforma en la Ciudad de México. No se requiere repetir viejas prácticas de los grupos de oposición del pasado y mucho menos caer en el absurdo un discurso de “héroes y villanos”.  

Por eso, las formas de pensamiento de la ciudadanía son diversas, debe prevalecer la pluralidad y no solo responder a intereses personales, ya que resulta ingenuo y pueril creer que un grupo, de unas cuantas personas, sería capaz de derrocar a un gobierno, solo por tener una ideología distinta. A los gobiernos en turno se les debe exigir trabajo y resultados, mediante los recursos de rendición de cuentas y transparencia.


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Referencias

  • Doctrina del Partido Acción Nacional.
  • Principios del Partido Revolucionario Institucional.
  • Principios del Partido de la Revolución Democrática.
  • Principios del Movimiento de Regeneración Nacional.  

Acerca del autor: Carlos Rivas es Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Maestro en Análisis Político y Medios de Comunicación por el ITESM. Es Secretario Ejecutivo del Centro de Estudios Estratégicos e Investigación Social, así como académico en la UVM.