By Guillermo Domínguez

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La censura es definida como la “acción de examinar una obra destinada al público, suprimiendo o modificando la parte que no se ajusta a determinados planteamientos políticos, morales o religiosos, para determinar si se puede o no publicar o exhibir». Actualmente en pleno siglo XXI pensamos que la censura ha sido erradicada, gracias a las redes sociales, al internet, etc. pero esto es ¡TOTALMENTE FALSO! Antes los gobiernos y autoridades censuraban (y principalmente en las dictaduras o en los regímenes autoritarios) pero solo se ha transformado o disfrazado. Ya no son las autoridades las que censuran, ahora la censura se ha privatizado, empresas que te dicen que poner y qué no poner ¿Pero qué empresas censuran? Pues Facebook, WhatsApp, Instagram, Twitter, YouTube, Spotify, etc.

Un ejemplo muy claro es Elon Musk, dueño de Twitter, que suspendió cuentas de personas que cuestionan su liderazgo de la empresa, de forma autoritaria, unilateral y déspota, pero tampoco olvidemos que también desbloqueo la cuenta de Donald Trump. Esto nos da a entender que puede censurar a diestra y siniestra. Cualquier persona puede ser víctima del multimillonario, violando así los derechos de las personas.

Muchos me dirán, que esto es de forma voluntaria ya que uno acepta las políticas de las empresas al ingresar o al formar parte de ellas.  Pero partiendo de la lógica Iusnaturalista, no olvidemos que en La Declaración Universal de los Derechos Humanos en su artículo 19 manifiesta textualmente lo siguiente: “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.” La ley es clara, los que digan que dicho derecho “debe ser limitado” son de tendencia fascista, ya que quieren tener el poder y control de dicho derecho ¿Quiénes son para regular o interponer un límite a dicho derecho? o ahora me saldrán con aquella frase-premisa donde «Todos los seres humanos son iguales, pero algunos son más iguales que otros”.

Pero retomando lo anterior, los seres humanos no podemos renunciar a este derecho, ni de forma voluntaria al aceptar dichas políticas de dichas empresas, ya que son irrenunciables porque son parte de nuestra esfera jurídica por el simple hecho de ser personas. Porque la libertad no tiene costo (libertas inaestimabilis res est), ya que, mi libertad de expresión es inalienable, les guste o no les guste.

Ahora resulta que sus políticas unilaterales están por encima de los derechos humanos.

Porque la necesidad no está sujeta a la ley ni a sus normativas unilaterales, por lo tanto, la necesidad dispensa de la ley-políticas (Necessitas caret lege. Necessitas dispensationem inducit), por consiguiente, mis necesidades expresivas no pueden ser limitadas y reguladas por la ley o por sus “políticas”, están exentas de cumplimiento.

Así mismo, las cosas que se hacen contra derecho se reputan por no hechas (Quae contra jus ftunt debent utique pro infectis babere), sus políticas que privan mi libertad de expresión no existen para el derecho, son anti derechos humanos y por lo tanto deben ser derogadas y exterminadas.

Actualmente las guerras ya no son como antes, todo es por medio de propaganda psicológica para persuadir a la gente de que está bien y que está mal, por medio de la mercadotecnia. Y al criticar esta medida o al pensar diferente te censuran y te “queman” socialmente, mostrando en que tú eres el enemigo público no. 1, que tu estas mal, atacándote moral, psicológicamente, verbalmente y hasta físicamente por expresar tus ideas. Esto parte de un paternalismo, porque lo hacen por “nuestro bien” ¿pero a costa de qué? de violación de uno de nuestros derechos más consagrados.


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Acerca del autor: Guillermo Domínguez es estudiante de Derecho en la UAM Azc. Además es director Jurídico de Acción Juvenil Coyoacán y Presidente Estatal de Ags. de Somos JUCAM A.C.