By Lesly Ruiz

Correo: leslyruiz13@politicaladvisorsapc.com


La situación reciente del Covid-19 volvió peligroso salir de casa a trabajar y el mantener un contacto directo con los otros, pero ¿qué sucede cuando ninguna de estas cosas puedes evitar porque es la manera de llevar el alimento a casa?

     Es un hecho que la reciente contingencia nos ha puesto a pensar y a revalorizar las situaciones adversas que enfrentamos cada uno en lo personal y lo social, por lo que es pertinente poner sobre la mesa un sector que durante la contingencia nos piden un grito de auxilio: El sexoservicio.

     Los servicios sexuales por mucho tiempo se han mantenido en el mercado de lo prohibido, por lo que el llevarlo a la agenda ha sido un tema delicado, ya que a la hora de legislar no dejan de llevarse a la discusión valores y creencias morales que únicamente nublan su entendimiento.

     Hemos sido observadores todos estos años de la forma en la que algunos países enfrentan el problema, teniendo como referentes algunos modelos regularizadores  adoptados:

  1. El prohibicionista: donde se persigue a prostitutas, clientes y proxenetas. En este modelo todas estas figuras incurren en la ilegalidad.
  2. El reglamentarista: se entiende a la prostitución como un mal inevitable, por lo que se considera necesario poner normas en su ejercicio, como obligarlas a pasar exámenes de ETS o a regular su ejercicio en ciertas zonas.
  3. El abolicionista: En este modelo se permite la práctica, pero a las prostitutas se les considera víctimas de la sociedad patriarcal en todos sus casos, el peso de la ley cae en los proxenetas y en los clientes, a quienes se pena por intentar contratar los servicios de las mujeres
  4. El legalizador:  Se entiende una apertura al mercado sexual siempre y cuando se distinga entre la prostitución forzada y la involuntaria. A las prostitutas voluntarias, derechos y obligaciones laborales. A las involuntarias, protección y auxilio.

     Ni la legalización acaba con el tráfico ni la abolición termina con el tráfico ni la prostitución, lo que es una realidad es que nuestro propósito a la hora de legislar  sea mejorar la vida de estas mujeres que en los últimos meses se han visto forzadas a instaurar campamentos insalubres exponiéndose a diario, a recibir menos por sus servicios, teniendo difícil acceso a la seguridad social.

     La reflexión de lo que sucede en el mundo nos permitirá siempre realizar análisis comparativos para que a partir de los resultados obtenidos tomar decisiones políticas en favor de los sectores más frágiles.

     Vivimos en una sociedad que las ha condenado a la clandestinidad, pero que sigue demandando sus servicios, la contingencia del Covid 19 tendría que recordarnos que hay tantos sectores olvidados en los que tenemos que tener especial atención.


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Acerca del autor: Lesly Ruiz es Lic. En Política y Gestión Social por la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco.