By Enrique Dupuy

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Desde la abolición de la pena de muerte, las luchas de Venustiano Carranza en el Congreso Constituyente hasta la LXIV Legislatura del Congreso de la Unión de San Lázaro. La Constitución Mexicana del 5 de febrero de 1917 celebra ya su CIV aniversario. Todavía en 1854 el general Ignacio Comonfort sería ayudado por Juan N. Álvarez para conformar el Plan de Ayutla y quitar del poder al presidente Antonio López de Santa Anna.

Sin embargo, sería hasta 1857 cuando después de un Congreso Constituyente Comonfort lograría rehacer la Constitución y cambiaría las leyes que regirían a los ciudadanos del país, entre ellas la abolición de la pena de muerte, la muerte de la Ley Lerdo y la viabilidad a la portación de las armas; les quitó poder a los conservadores y al clero en materia fiscal. Claro que ello traería diversas guerras como la de Reforma, el segundo periodo de los emperadores con Maximiliano de Habsburgo y el alza de los militares en el poder de la mano de Porfirio Díaz.

De ahí la necesidad de cambios y de una revolución agraria y política que desencadenaría la Convención de Aguascalientes a mediados de los años diez y la transformación de la Constitución, el artículo 123, el derecho a la educación y el artículo 27 para la repartición de tierras. Por supuesto que los opositores a Carranza no se quedarían con las manos vacías y lograrían que este huyera por tierras de la Sierra Negra poblana para ser obstaculizado y asesinado a sangre fría. Álvaro Obregón subiría al poder y haría lo posible para cambiar la Constitución y reelegirse mínimo por un periodo más.

El problema es que se encontraría con Plutarco Elías Calles en el camino, por lo que también sería asesinado y mandado al calabozo de la historia. Ya en el maximato, las reglas cambian y el Partido Nacional Revolucionario sería el estandarte de la nueva “democracia mexicana”. El cacique de Sonora sería derrotado por un personaje de ideologías más sociales y de izquierda, el “tata” Cárdenas de la modernidad y quién sería el impulsor del cambio militar al civil. Pasó el tiempo, el Partido de la Revolución Mexicana se convertiría en el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y en las figuras de Alemán Valdés, Ruiz Cortines, López Mateos, Díaz Ordaz, Echeverría Álvarez, López Portillo y De la Madrid Hurtado recaería el estandarte del nacionalismo revolucionario, de los programas sociales, el monopolio de la fuerza y la mano dura del Estado ante una oposición creciente.

Llegaría Salinas de Gortari y con ello la época de la expansión económica, del pseudo-neoliberalismo (que en realidad viene desde la época de Ávila Camacho) y la unión entre los Estados Norteamericanos. George H. W. Bush sería la persona que habilitaría la fusión de los 3 países y el ayudante para que la Perestroika rusa también fuera de utilidad para su vecino del sur. Sin embargo, llegó el momento del fortalecimiento indígena, de que se diera a conocer la verdadera realidad del México de los noventas y no solo el que la Secretaría de Educación Pública quería que la gente viera con su revisionismo histórico.

Las instituciones autónomas se fortalecieron y la Secretaría de Gobernación obtuvo un poder a la sombra de la Presidencia. La nueva oposición se prepararía para tener cargos públicos de índole ejecutiva y el PRI…bueno, empezaría a desmoronarse poco a poco. Para el 2000, Fox Quesada llegaría a la presidencia y con ello el Partido Acción Nacional (PAN) a la cabeza del país. Existieron vastos cambios con vistas a la modernidad y a una sociedad cosmopolita durante el mandato del PAN, pero también vendría un desequilibrio que dejaría salir la tierra oscura del narcotráfico y los variados gobiernos estatales coludidos, “indirectamente”, con dichas organizaciones.

El “Chapo” Guzmán, “El Mencho” y los Beltrán Leyva estarían en el ojo del huracán de los medios de comunicación; el caso de Florence-Cassez aumentaría las tensiones entre Francia y México y, los grupos del narcotráfico serían más violentos. En el regreso del grupo Atlacomulco priista hubo 43 estudiantes normalistas asesinados en Guerrero, varios casos de corrupción, pero también un intento interesante de modernizar las instituciones obsoletas del régimen estatal como las son Petróleos Mexicanos y la Comisión Federal de Electricidad.

El descontento llevaría a los ciudadanos mexicanos a votar por la opción de izquierda, no porque lo quisieran 100% en sus mentes, sino por el nulo progreso que había en los partidos clásicos. Al haber un cambio, se recrudece el tráfico de drogas, armas, plazas del narcotráfico e inclusive el aumento de la corrupción (aunque haya personas que digan que tienen otros datos), los chapulines empiezan a saltar de varios barcos y no saben a dónde irse ahora. Unos, como el “gober precioso” pisaron la cárcel en Cancún, otros siguen libres e irán por Guerrero, Baja California y hasta la Ciudad de México.

La COVID-19 no se queda atrás y no se ve la luz al final del túnel. En fin, así se celebran los 104 años de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de 1917 y no hay forma de cambiar el pasado de la misma, solo nos queda el presente y el futuro para cambiar los paradigmas de los derechos inalienables.   


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Acerca del autor: Enrique Dupuy es estudiante de la licenciatura en Ciencia Política por el Instituto Tecnológico Autónomo de México, campeón metropolitano de discursos y fundador del equipo universitario de debate del Tecnológico de Monterrey Campus Ciudad de México.