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“No podemos actuar de manera imprudente”
Comentaba el presidente Andrés Manuel López Obrador el pasado 9 de noviembre al ser cuestionado entorno al contacto con el todavía candidato del partido demócrata Joe Biden quien aventaja a su contrincante Donald Trump en lo que parece una clara victoria que lo llevará a ser el presidente número 46 de los Estados Unidos.
¿Qué hay detrás de esta decisión a nombre del ejecutivo y de todo el gobierno de no establecer contacto?
Para entender esta decisión es importante hacer mención a la misma conferencia de prensa del 9 de noviembre donde AMLO hace alusión a la doctrina Estrada; ¿Qué nos dice esta doctrina? Recordemos esta doctrina se establece como piedra angular en materia de política exterior para el gobierno mexicano y es durante el gobierno de Pascual Ortiz Rubio en 1930 que es publicada a manos del Canciller Genaro Estrada, su contenido refleja la intención de mantener el respeto a la autonomía de los Estados con los que México se relaciona, bajo principios de no intervención, mismos que se ven asentados hasta las modificaciones de 1987 con al Art. 89, fracción X de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en la que se establecen los principios que deben regular la política exterior mexicana: autodeterminación de los pueblos; la no intervención; la solución pacífica de controversias; entre otros.
¿Entonces estuvo bien aplicada?
Es aquí en donde inclusive figuras políticas de izquierda tienen puntos de vista diferentes, como la del Diputado Porfirio Muñoz Ledo, que comentó vía Twitter que la ya mencionada doctrina resulta improcedente ya que esta solo se refiere a cuestiones diplomáticas y no comicios o procesos electorales.
Del otro lado de la trinchera la “oposición” no demoró en felicitar al “nuevo presidente” en manos principalmente de legisladores del PRI, PRD y hasta del PAN, quienes “exigían” un cambio de postura del gobierno Federal.
Si bien, otros países como lo es Rusia, China y Brasil, y sus respectivos mandatarios tampoco han reconocido a Biden pareciese incorrecto no aceptar la comunicación que en su momento ya propuso la Casa Blanca, pero es aquí es donde toma relevancia una obviedad, ellos no colindan con E.U.A.
A Trump aún le restan 2 meses de gobierno, por lo que enemistarse con él y estar expuestos a uno de sus característicos berrinches no parecería lo más lógico, tiempo para sanear la relación con el nuevo presidente habrá de diciembre en adelante. En su momento Trump vino a México como candidato republicano meses antes de las elecciones en una acción que quizá ahora encuentra validez después de tanta critica entre el gobierno mexicano actual y el anterior.
La doctrina termina siendo un perro de rancho para la diplomacia mexicana. Cuando hay fiesta la guardan y cuando hay problemas la sueltan y una vez más una decisión del presidente termina siendo politizada y priorizada de sobremanera por todos los agentes políticos de un país en donde entre pandemias, crisis e inundaciones se debería tener prudencia para saber qué es lo que verdaderamente es urgente e importante y no buscar quedar bien con el nuevo jefe o con el que ya va de salida.
Como siempre, el tiempo le dará la razón a quien la tuviese.
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Acerca de autor: Eduardo Arriaga es egresado de la Escuela Superior de Económica – IPN; dedicado al análisis de la estructura socio-económica del México actual.
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