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En los últimos diez años, poco se ha avanzado en la eliminación de la pobreza extrema. Al hablar de la persistencia de la pobreza se cae necesariamente en el concepto de trampa de pobreza. Una trampa de pobreza puede ser definida como un “mecanismo auto mantenido que provoca que la pobreza persista” (Azariadis y Stachurski, 2005 p. 8). Otra definición de trampa de pobreza apunta a que se trata de un “mecanismo de perpetuación de la pobreza en el que los individuos, regiones o países están atrapados en niveles de bajo crecimiento y desarrollo económico” (Martell, 2016 p. 1). Se puede argumentar que, bajo una trampa de pobreza, la pobreza actual es causante directa de la pobreza futura o, por ejemplo, en el enfoque espacial, la pobreza de una región podría determinar la de sus regiones vecinas[1].
Esta idea está íntimamente relacionada con la movilidad social; los datos sugieren que de cada 10 mexicanos nacidos en condición de pobreza, 7 permanecen en ella por toda su vida (CEEY, 2018). Esto significa que la “posición social” es transmitida intergeneracionalmente con una frecuencia sumamente alta.
La literatura especializada en el tema da cuenta de la existencia de trampas de pobreza tanto a nivel micro como macroeconómico (Martell, 2016). Una trampa de pobreza microeconómica hace referencia a las condiciones de pobreza de las familias e individuos, que se ven inmersos en un ciclo repetitivo de pobreza; por ejemplo: si un individuo presenta un fuerte nivel de desnutrición seguramente reportará un bajo nivel de productividad en su empleo (en caso de tener uno) y, por ende, este hecho afectará su nivel de ingreso, lo que muy probablemente lo mantenga en la condición inicial de desnutrición; repitiendo el ciclo y trasmitiéndolo intergeneracionalmente. Las trampas de pobreza macroeconómicas toman como objeto de estudio a comunidades, regiones o países completos. Toman factores como la acumulación de capital físico, factores demográficos, el ambiente institucional y político para tratar de dar una explicación a la persistencia de la pobreza (Azariadis y Stachurski, 2005).
Para abordar el estudio de la persistencia de la pobreza extrema en la regiones mexicanas procedimos a la realización de un coeficiente de correlación entre los vectores correspondientes a cada estimación de la pobreza extrema (2008, 2010, 2012, 2014, 2016 y 2018); y, si el coeficiente de correlación es estadísticamente cercano a 1, existe una correlación directa entre los vectores; con lo que se puede argumentar que existe la continuidad estructural de la pobreza extrema entre las regiones mexicanas y la existencia de una trampa de pobreza.
Sostenemos la hipótesis de que la estructura regional de la pobreza extrema en las regiones mexicanas no se ha modificado significativamente en los últimos diez años, por lo que podríamos esperar un coeficiente de correlación estadísticamente cercano a uno:
Cuadro 1. Matriz de correlación entre las tasas de pobreza extrema, 2008 – 2018.
2008 | 2010 | 2012 | 2014 | 2016 | 2018 | |
2008 | 1 | |||||
2010 | 0.998 | 1 | ||||
2012 | 0.992 | 0.995 | 1 | |||
2014 | 0.991 | 0.995 | 0.998 | 1 | ||
2016 | 0.990 | 0.991 | 0.992 | 0.992 | 1 | |
2018 | 0.985 | 0.989 | 0.988 | 0.991 | 0.997 | 1 |
Fuente: Elaboración propia.
Ninguno de los coeficientes de correlación es menor a 0.98, lo cual nos indica una fuerte correlación entre los vectores para cada estimación de la pobreza extrema; el coeficiente de correlación entre los dos extremos de la serie, 2008 y 2018, es 0.9858; con esto, podemos comprobar la hipótesis inicialmente planteada; por lo que podemos afirmar, con 99% de confiabilidad estadística, que, en los últimos diez años, se ha mantenido la estructura interregional de las condiciones de pobreza extrema en México.
Pasando al análisis de convergencia. Las preguntas esenciales que buscamos responder son: ¿Hubo convergencia interregional en las tasas de pobreza extrema en México? Y, de ser así, ¿cuáles han sido las características de este proceso?
La teoría neoclásica del crecimiento establece el supuesto de que las economías regionales, bajo un ambiente similar (mismas instituciones, mismos niveles tecnológicos, mismo ambiente político, etc.), tienden a la convergencia de un mismo estado estacionario (Barro y Sala – i – Martin, 2004). Pero, como veremos, este supuesto parece no cumplirse en su totalidad para el caso mexicano.
En el ya clásico trabajo de Esquivel (1999) sobre el tema, el autor ofrece conclusiones interesantes; argumenta que sí existió convergencia en el nivel de ingreso per cápita entre los estados mexicanos entre 1940 y 1995, pero que esta convergencia se dio en dos etapas, la primera de 1940 a 1960 en la que el proceso de convergencia fue mucho más intenso y pronunciado; y en el periodo de 1960 a 1995 el proceso de convergencia se estancó, al hecho de revertirla: “… de 1960 a 1995, no hay evidencia alguna de convergencia entre los estados mexicanos” (Esquivel, 1999 p. 32).
La inmovilidad de los estados más pobres es una constante a lo largo del periodo de estudio; las cuatro entidades con mayor pobreza extrema en el 2008: Chiapas, Guerrero, Oaxaca y Puebla; son prácticamente las mismas, con excepción de Puebla, cuyo lugar fue ocupado por Veracruz. Por otro lado, de las entidades con menor pobreza extrema en el 2008: Colima, Ciudad de México, Nuevo León y Baja California Sur, solo dos permanecen en esta categoría, Nuevo León y Baja California Sur; Colima y la Ciudad de México fueron desplazados por Coahuila y Aguascalientes. Es decir, existe una mayor movilidad entre los estados menos pobres que entre los más pobres.
En la Gráfica 1 hemos calculado la tasa de crecimiento de la pobreza extrema para la entidad más pobre y la menos pobre, Chiapas y Nuevo León, respectivamente. Claramente se puede observar que la tasa de crecimiento de la pobreza extrema se ha mantenido prácticamente constante en la entidad más pobre y, por el contrario, en la entidad menos pobre la tasa de crecimiento ha sido menor. Lo que contradice, en primera instancia, el concepto de convergencia el cual propone que las regiones más pobres tenderán a “alcanzar” a las menos pobres.
Aunado a lo anterior, se calculó la desviación estándar del logaritmo de la pobreza extrema para los 32 estados del país entre 2008 y 2018[2]. Esta medida es un indicador de la dispersión regional de la pobreza extrema y, por ende, una reducción en este indicador se podría interpretar como la existencia de convergencia interregional de las condiciones de pobreza extrema y viceversa.
Los resultados expuestos en la Gráfica 2 pueden ser interpretados de diversas maneras; si únicamente se analizan los dos extremos de la serie se podría llegar a la conclusión de que existió un proceso de divergencia regional en las condiciones de pobreza extrema, mientras que el indicador de convergencia para 2008 es de 0.79, para 2018 fue de 0.95; lo que nos indica un aumento significativo en la dispersión de la pobreza extrema. Sin embargo, si se analiza con más cuidado la Gráfica 2 es posible percatarse de que el proceso de divergencia no fue constante en todo el periodo de estudio. En el año 2012 el indicador de dispersión es de 0.70, hubo una reducción respecto del 2008. Se puede argumentar que en los cuatro años que van de 2008 a 2012, la condiciones de pobreza extrema interregional tendieron a la convergencia. Sin embargo, a partir del 2012 el indicador comienza a aumentar significativamente; llegando a 0.78, 0.91 y 0.95 en 2014, 2016 y 2018, respectivamente. El aumento más significativo se dio entre 2014 y 2016, cuando el indicador aumento en 17.9%.
Concluyendo, se pueden apreciar dos periodos en el que los procesos de convergencia han sido, no solo diferenciados, sino contrarios. En el primero, de 2008 a 2012, se observa una reducción en las disparidades regionales de la pobreza extrema, lo que nos lleva a concluir que existió un proceso de convergencia interregional en esos cuatro años, la brecha entre las entidades más pobres y las menos pobres se redujo. En el segundo periodo, de 2012 a 2018, ocurrió lo contrario, las disparidades regionales aumentaron, trayendo como consecuencia, un proceso de divergencia interregional, la brecha entre las entidades más pobres y las menos pobres, se amplió de nuevo.
Ahora bien, ¿a qué se debió el incremento en la dispersión, y por ende la disminución de la convergencia, interregional de la pobreza extrema a partir de 2012? En el texto de Hernández Laos y Benítez (2014) los autores argumentan que la Gran Recesión de 2008 – 2009 impactó de una manera mucho más intensa a las entidades federativas con un mayor nivel de industrialización, principalmente las entidades del norte del país. Como consecuencia de esta crisis importada, y al impacto diferenciado de la misma, las tasas de pobreza aumentaron en las regiones menos pobres.
La pobreza suele generar un aislamiento de las personas que la sufren frente a las fluctuaciones del ciclo económico; en las fases de expansión no toman lugar en los beneficios del crecimiento económico, así mismo es este aislamiento el que “protege” a los más pobres de los efectos adversos de las recesiones, cuyos efectos son más severos en los estratos de alto y medio ingreso (Millán y Pérez, 2008).
Lo anterior sugiere que la convergencia existente entre 2008 y 2012 se dio por el empobrecimiento de las regiones menos pobres del país, proceso similar al expuesto por Cortés y Rubalcava (1991) y Hernández Laos y Benítez (2014). Pero a partir de 2012 dichos efectos de empobrecimiento en las regiones menos pobres que causó la Gran Recesión, al parecer perdió potencia, debido a que, desde ese momento, la tasa de crecimiento de la pobreza disminuyó, posicionándose por debajo de la tasa de crecimiento de la entidad pobre. Es decir, la convergencia regional en la pobreza extrema que se dio del 2008 al 2012 se debió al empobrecimiento de los menos pobres, no al “enriquecimiento” de lo más pobres. Después de cuatro años y con los efectos de la recesión aparentemente superados, la convergencia pasó a ser divergencia.
La crisis importada de 2008 – 2009 aumentó la pobreza en México, pero no lo hizo de forma homogénea en todo el país. El impacto fue mayor en las economías de los estados cuya economía está más ligada con los Estados Unidos, como las entidades fronterizas del norte.
La pobreza extrema aumentó en 16 estados del país entre 2008 y 2010. De 2008 a 2010 la pobreza extrema aumentó en cuatro regiones del país; sin embargo el aumento en la pobreza extrema estuvo focalizado en la región del Norte y Centro. En la región Sur incluso la tasa de pobreza extrema disminuyó entre 2008 y 2010, pasando del 29.6% al 29.1%.
Con el argumento anterior es fácil notar que en las entidades norteñas es donde se dio el aumento más sustancial de la pobreza extrema entre 2008 y 2010, lo que fortalece la hipótesis de que las economías de los estados con mayores vínculos con los Estados Unidos sufrieron, en mayor medida, las consecuencias de la crisis económica de 2008 – 2009.
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[1] “Las trampas de pobreza son una característica de muchas sociedades. Una vez que la gente ha caído por debajo de determinado umbral de ingresos o ha abandonado el mercado de trabajo, después de cierto tiempo empezamos a ver una marcada disminución de su productividad, así como de su capacidad para funcionar normalmente dentro del sistema económico” (Bourguignon, 2017 p. 180).
[2] “Esta medida es un indicador de la dispersión regional del ingreso per cápita en México y una reducción en este indicador es conocido en la literatura como evidencia de convergencia tipo σ” (Esquivel, 1999 p. 5).
Bibliografía.
Azariadis, C. y Stachurski, J., (2005) Poverty traps. Handbook of Economic Growth. Vol. 1.
Bourguignon, F., (2017) La globalización de la desigualad. Fondo de Cultura Económica, México.
Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY), (2018) Movilidad social en México: hallazgos y pendientes. Documento de trabajo, Núm. 2. Ciudad de Mexico.
Cortes, F. y Rubalcava, R. (1991) Autoexplotación forzada y equidad por empobrecimiento: la distribución del ingreso familiar en Mexico, 1977 – 1984. Jornadas 120, El Colegio de México.
Esquivel, G., (1999) Convergencia regional en Mexico, 1940 – 1995. Documento de trabajo Núm. IX – 1999. Centro de Estudios Económicos, El Colegio de México.
Hernández Laos, E. y Benítez Lino, A., (2014) “La pobreza y el ciclo económico en México, 2005 – 2012” en Economía: Teoría y práctica. Enero – Julio, pp. 61 – 102.
Martell, O., (2016) Revisión teórica de la trampa de pobreza y divergencia económica entre las entidades federativas de Mexico. Tesis maestrante. Tijuana, El Colegio de la Frontera Norte.
Millán, H. y Pérez, R., (2008) “Desigualdad social y pobreza en el Estado de Mexico: ¿convergencia o divergencia?” en Economía y Sociedad, vol. XIV, núm. 21, enero – junio, 2008, pp. 17 – 39.
Sala i Martin, X. y Barro, R., (1994) Economic Growth. McGraw – Hill, Nueva York.
Acerca del autor: L. Alberto Islas es maestrante en Economía Social por la UAM – Iztapalapa; actualmente desarrollando la tesis: «Pobreza estructural y niveles de productividad. Un análisis regional; México: 2008 – 2018».
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