Por: Yesenia Estrella Saucedo Alcantar, Dulce Nayeli Aguilar Cervantes, Erick Eduardo Sanchez Sanchez, Óscar Ramos Navarrete.*


La migración es un fenómeno que ha acompañado a la humanidad desde tiempos inmemoriales. A lo largo de la historia, los seres humanos han cruzado fronteras en busca de mejores condiciones de vida, al huir de conflictos, persecuciones o al perseguir nuevas oportunidades. En la actualidad, Estados Unidos representa uno de los destinos más emblemáticos de la migración internacional, con una larga tradición de recibir a personas de todo el mundo. Sin embargo, también enfrenta debates intensos sobre cómo manejar los flujos migratorios dentro de su territorio y en su frontera sur (Castles, de Haas & Miller, 2020). La política migratoria de EE.UU. ha oscilado entre enfoques restrictivos y medidas de integración, que refleja un dilema global sobre cómo equilibrar la soberanía nacional y la protección de los derechos humanos (Arcarons, Finotelli & Moya, 2019).

Desde el punto de vista humanista, la migración no debe verse únicamente como un desafío o una crisis, sino como una manifestación de la dignidad humana y el derecho a buscar una vida mejor. Las personas no emigran por capricho, lo hacen por necesidad, por instinto de supervivencia y por el deseo de construir un futuro para ellos y sus familias. En este sentido, cualquier discusión sobre la migración debe situar en el centro a los individuos y su humanidad, así como reconocer sus historias, sus dolores y sus esperanzas (Carens, 2013).

El humanismo promueve la idea de que todos los seres humanos tienen un valor intrínseco, independientemente de su nacionalidad, etnia o condición económica. Bajo esta premisa, el trato a los migrantes debe estar basado en el respeto, la empatía y la solidaridad. No se trata solo de aceptar su presencia en una sociedad, sino de garantizar que tengan acceso a derechos fundamentales como la educación, la salud y el trabajo digno. En muchas ocasiones, los migrantes son víctimas de explotación laboral, discriminación y violencia, lo que va en contra de los principios básicos de la dignidad humana (UNHCR, 2023).

Uno de los grandes desafíos de la migración es el choque cultural y la resistencia de las sociedades receptoras. En algunos casos, el miedo a lo desconocido genera discursos de odio y políticas restrictivas que buscan cerrar las puertas a quienes llegan en busca de una oportunidad. Sin embargo, desde una perspectiva humanista, la diversidad cultural es una riqueza que fortalece a las sociedades. La historia ha demostrado que los migrantes contribuyen significativamente al desarrollo económico, social y cultural de los países que los acogen, al aportar nuevas ideas, habilidades y perspectivas (Castles, de Haas & Miller, 2020).

Es importante destacar que la migración no es un problema que deba solucionarse con muros o restricciones extremas, sino con políticas inclusivas y justas. Los gobiernos y las sociedades deben abordar la migración desde un enfoque integral que considere las causas estructurales que la provocan, como la pobreza, la violencia y la falta de oportunidades en los países de origen. También deben diseñar mecanismos que permitan la integración efectiva de los migrantes en sus nuevas comunidades, promoviendo el respeto mutuo y la convivencia armónica (Arcarons, Finotelli & Moya, 2019).

En este sentido, la educación tiene un papel clave en la construcción de sociedades más inclusivas. Es fundamental que tanto migrantes como ciudadanos de los países receptores tengan acceso a información y espacios de diálogo que fomenten la comprensión y el respeto. La xenofobia y los prejuicios suelen alimentarse de la desinformación y el miedo, por lo que es crucial promover narrativas que resalten la humanidad compartida en lugar de las diferencias (Carens, 2013).

Otro aspecto esencial es el papel de las organizaciones humanitarias y la sociedad civil en la protección de los derechos de los migrantes. En muchas partes del mundo, son estas organizaciones las que brindan asistencia legal, refugio y apoyo emocional a quienes han dejado todo atrás. Sin su labor, muchas personas quedarían en una situación de vulnerabilidad extrema. Es necesario que los gobiernos colaboren con estas iniciativas y garanticen el cumplimiento de las normativas internacionales de derechos humanos (UNHCR, 2023).

La migración también nos invita a reflexionar sobre la responsabilidad compartida entre naciones. No es suficiente con que los países receptores asuman toda la carga. Es imperativo que la comunidad internacional trabaje en conjunto para abordar las causas que obligan a las personas a migrar. Esto implica cooperación en materia de desarrollo, seguridad y derechos humanos para generar condiciones que permitan a las personas vivir dignamente en sus países de origen si así lo desean (Castles, de Haas & Miller, 2020).

En sí, la migración es un recordatorio de nuestra condición humana. Todos, en algún momento de nuestras vidas o en la historia de nuestras familias, hemos sido migrantes o descendientes de migrantes. Entender esto nos ayuda a ver a quienes migran no como extraños, sino como reflejos de nosotros mismos en circunstancias diferentes. La empatía es la clave para construir sociedades más justas y solidarias, donde nadie sea tratado como un extranjero en busca de humanidad (Carens, 2013).

En conclusión, la migración vista desde un enfoque humanista nos obliga a replantear nuestras actitudes y políticas hacia quienes dejan sus hogares en busca de una vida mejor. Más allá de cifras y estadísticas, cada migrante tiene una historia, un sueño y derecho a ser tratado con dignidad. La verdadera grandeza de una sociedad no se mide por su capacidad de cerrar fronteras, sino por su disposición a abrir los brazos y reconocer la humanidad en cada persona, sin importar de dónde venga.


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Referencias:

⁠Castles, S., de Haas, H., & Miller, M. J. (2020). The age of migration: International population movements in the modern world (6th ed.). Guilford Press.

Arcarons, A., Finotelli, C., & Moya, D. (2019). Human rights and migration governance: Balancing state sovereignty and migrant protection. Journal of Ethnic and Migration Studies, 45(12), 2183-2201. https://doi.org/10.1080/1369183X.2018.1561065

UNHCR. (2023). Global trends: Forced displacement in 2022. United Nations High Commissioner for Refugees. https://www.unhcr.org/globaltrends2022

⁠Carens, J. H. (2013). The ethics of immigration. Oxford University Press.


*Acerca de los autores: Estudiantes de Licenciatura en Comunicación y Medios Digitales de la Universidad del Valle de México Campus Toluca.