By Luis Díaz

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¿Quién tiene que pedir perdón y quién puede otorgarlo? ¿Los que, durante años y años, se sentaron ante una mesa llena y se saciaron mientras con nosotros se sentaba la muerte, tan cotidiana, tan nuestra que acabamos por dejar de tenerle miedo? ¿Los que nos llenaron las bolsas y el alma de declaraciones y promesas? ¿Los muertos, nuestros muertos, tan mortalmente muertos de muerte «natural», es decir, de sarampión, tosferina, dengue, cólera, tifoidea, mononucleosis, tétanos, pulmonía, paludismo y otras lindezas gastrointestinales y pulmonares?

El presidente es conocido por crear una narrativa metahistórica a las acciones de gobierno, sean estas discursivas, administrativas, políticas e incluso jurídicas. El trasfondo metapolítico se convierte en el campo de batalla de los fantasmas del Ciudadano Presidente Andrés Manuel López Obrador. El espectro del conservadurismo recorre las calles de México, transita la Corte, el INE e incluso su mismo partido MORENA, la escatología iniciada del movimiento renovador va en distintos frentes, casi simultáneos a pesar de ser lejanos y distantes, no muchas veces yuxtapuestos. El Armagedón liberal del siglo XIX enlista a sus cartas fuertes de la intelectualidad, lo que alguna vez le fue Ignacio Manuel Altamirano al presidente Juárez, le es Elena Poniatowska y Lorenzo Meyer al presidente actual.

La persona que teje los hilos de Palacio Nacional inició su carrera en el Instituto Nacional Indigenista de su natal Tabasco. El tema indígena al menos en el trato y la experiencia precoz no le es indiferente. Antes de eso, participó en la campaña a Senador del reconocido poeta Carlos Pellicer, mentor político del actual mandatario. La influencia de Pellicer fue decisiva en su relación con el pueblo chontal.[1]

El presidente estuvo muy de cerca como lo ha escrito ya Castañeda[2]al pensamiento marxista que imperaba en la Universidad Nacional, así como la influencia del libro “La Visión de los Vencidos” del antropólogo Miguel León-Portilla que en un trabajo etnohistórico recupera la caída de la antigua Tenochtitlan. Este libro modifica la forma de entender la cuestión indígena en México que venía de la exterminación o mestizaje del siglo XIX, la unificación racial de Vasconcelos al inicio del siglo XX, a la visión priista post León-Portilla de asistencia social y educación indigenista. El estilo personal de gobernar está enfocado en la semiótica del poder bajo la mira ontológica que da sustento a la supraestructura nacional. Los elementos jurídicos, sociales y económicos del país acorde a López Obrador están sujetos a una visión conservadora-neoliberal que rompe el orden revolucionario-liberal, que se impuso con la Revolución, en términos amlorianos; la tercera gran transformación del país, más allá de las contradicciones históricas o filosóficas de lo que signifique tal cosa, ya que el régimen priista e incluso en el post revolucionario siempre fue distante entre sí. El gobierno en turno era cercano al marxismo, en otras cercano al capitalismo de los Estados Unidos, lo mismo sucedió en los gobiernos posteriores al de Ávila Camacho. Esta discusión la aborda detalladamente Carlos Salinas de Gortari[3]en uno de sus libros.

El mito fundacional de la consumación de la Independencia y la Fundación de Tenochtitlan tienen en si mismos una narrativa de fuerza y unión de la gran mayoría de los mexicanos. El mito se basa en acciones sucedidas que son acompañadas del imaginario. El antropólogo Bonfil Batalla[4]ve en los imaginarios nacionales una formación de identidad nacional, que remonta a lugares y tiempos remotos que carecen de conexión con la propia cultura. Este imaginario es invocado y evocado en el discurso político, en la enseñanza histórica, e incluso me atrevería a decir en las mañaneras. A diferencia del México profundo que de alguna u otra manera está impreso en la cultura nacional, sea en la lengua hispánica u indígena, el alimento, los hábitos y porque no decirlo en las resistencias indígenas que se niegan a ser totalizadas en la visión occidental del vivir. Los amparos solicitados por las comunidades mayas que habitan la región limítrofe a la selva es un ejemplo de ello. No es la primera vez que las comunidades indígenas recurren al Derecho[5]en México.

En tiempos del prócer de la patria Benito Juárez se dieron reformas de gran calado que cambiaron el ideario político del país. El proyecto liberal encausó la separación Iglesia-Estado, tanto en el ámbito de los tribunales, hecha por la conocida Ley Juárez (1855) como en el repartimiento de propiedades comunitarias, en mayor parte del clero mas no exclusivamente de estos. La Ley Lerdo (1856), enfrentó no solo la oposición de la Iglesia sino de las comunidades indígenas que tenían posesiones de tierra bajo la figura de Tierras Comunales, herencia jurídica de repartimiento de tierras de la época virreinal. La ley Lerdo enfrentó a comunidades indígenas, especialmente de Guerrero y Oaxaca, pero también de la periferia de la Ciudad de México de aquel entonces en lo que hoy se conoce como Magdalena Mixhuca. La doctrina clásica liberal del siglo XIX enfrentaba problemas ideológicos rezagados de la época colonial. Algunos indígenas recibieron tierras por parte de Juárez a título individual, pero fueron trabajadas en forma colectiva, un ejemplo de esto se encuentra en las comunidades rarámuris[6]de Chihuahua, estado en el que permaneció dos años el presidente Juárez en su resistencia a la invasión del Imperio de Maximiliano.

Es prácticamente imposible encontrar estos ecos en la enseñanza de la historia formativa como en las mañaneras que tienen un fin pedagógico en palabras del propio presidente[7]La historia en la política tiene un fin justificante, escatológico o determinante, en el peso de la conciencia nacional. “Juntos haremos historia”, “la Cuarta Transformación”, “El juicio de la Historia” son todas frases que evocan al devenir mosaico. Vasconcelos en la Raza Cósmica evocaba un futuro común de la mexicanidad. El imaginario mexicano está construido sobre las tesis vasconcelistas del futuro liberador al que México está llamado tanto en la Raza Cósmica como en el Ulises Criollo. El presidente como buen priista revolucionario posee advocaciones simbólicas de este devenir hegeliano.  El primer tema para solucionar el conflicto identitario es cerrar el capítulo de la conquista.

En la mente del presidente, el primer paso es el perdón para la integración de México, por ello ha instado a España[8], la Iglesia Católica y a su propio gobierno a pedir una disculpa pública por la conquista del territorio precolombino a los 700 años de la Fundación de Tenochtitlan. Las diversas invitaciones del Ejecutivo mexicano han deteriorado el ánimo de las conversaciones con el Reino de España y la Santa Sede, ambos Estados[9], ya han solicitado perdón en el pasado, aunque no necesariamente la reparación del daño, cosa que tampoco se ve muy motivado el gobierno mexicano.

La visión priista vasconcelista post leónportillista tiene un conflicto al entender tanto la antropología como la historia de los pueblos indios, la irrupción zapatista de 1994. El levantamiento armado que derivo en los acuerdos de San Andrés en 1996, los pueblos indios pasan de ser un objeto social de la política de Estado a sujetos de derechos a la salud, una cultura, acceso a la justicia en su lengua, autonomía y autogestión comunitaria. Los tratados de San Andrés a los que el Estado mexicano se comprometió cumplir hace veinticinco años, siguen desconocidos, ya sea en las administraciones neoliberales pasadas o la administración de izquierda del presidente en turno.

La solicitud de perdón per se no cambiará nada, ni renconciliará a los mexicanos. En términos de Bonfil Batalla en su Teoría del Control Cultural. Dada la autonomía es posible construir la cultura de la pluralidad. Lo cual es imposible en el Estado mexicano, sin importar su signo político, ya que es un Estado centralizado, defensor de una cultura dominante y un paradigma de desarrollo económico. Los colectivos mayas que se amparan frente a los megaproyectos presidenciales a los que no fueron consultados de manera transparente, la protección de empresas taladoras de árboles y la nula importancia de protección a los ambientalistas que en su mayoría son habitantes nativos de las regiones deforestadas, contrasta mucho con la disposición de solicitar perdón ó ¿Acaso se solicita el olvido?

Se puede diferir tanto con el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador como del movimiento del EZLN, pero es innegable que una solicitud de perdón no es por si misma una cuestión de justicia a los pueblos originarios para que tengan acceso a la salud, la educación en su lengua materna, acceso a la justicia en sus lenguas originarias, conservar sus culturas y tradiciones, la autogestión de sus comunidades y la autonomía. Si el actual gobierno busca realmente un gesto de reconciliación y perdón debería comenzar con lo que tiene más a la mano. No criminalizar a los grupos indígenas que no simpatizan con su movimiento, respeto y cumplimiento a los tratados de San Andrés, transparencia y justicia sobre lo ocurrido en la masacre de Acteal, respetar los lugares sagrados de los pueblos indios del norte y del noreste frente a los intereses económicos existentes.

¿Quién tiene que pedir perdón y quién puede otorgarlo?¿El presidente de la república? ¿Los secretarios de estado? ¿Los senadores? ¿Los diputados? ¿Los gobernadores? ¿Los presidentes municipales? ¿Los policías? ¿El ejército federal? ¿Los grandes señores de la banca, la industria, el comercio y la tierra? ¿Los partidos políticos? ¿Los intelectuales? ¿Galio y Nexos? ¿Los medios de comunicación? ¿Los estudiantes? ¿Los maestros? ¿Los colonos? ¿Los obreros? ¿Los campesinos? ¿Los indígenas? ¿Los muertos de muerte inútil? ¿Quién tiene que pedir perdón y quién puede otorgarlo?[10]


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[1] Redacción BBC News. (2018). Quién es Carlos Pellicer, el padre político de AMLO y una de sus máximas influencias intelectuales. 01/05/2021, de BBC Mundo Sitio web: https://www.bbc.com/mundo/noticiasamerica-latina-46230896

[2] Jorge Castañeda. (2019). El marxismo de AMLO y de la FCPyS. 01/05/2021, de El Financiero Sitio web: https://www.elfinanciero.com.mx/opinion/jorge-g-castaneda/el-marxismo-de-amlo-y-de-la-fcpys/

[3] Salinas de Gortari, Carlos. (2011). Democracia Republicana, Ni Estado ni mercado: Una alternativa ciudadana. México: Patria.

[4] Véase Bonfil Batalla, Guillermo. (2012). La raza de bronce y la gente linda. En El México Profundo(pp.89-94). México: DeBolsillo.

[5] Kouri, E. (2017). Sobre la propiedad comunal de los pueblos. De la Reforma a la Revolución. Historia Mexicana, 66(4), 1923–1960. https://doi.org/10.24201/hm.v66i4.3422

[6] Escobar Ohmstede, Antonio (coord.), Los pueblos indios en los tiempos de Juárez (P.2514), México, Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca, Universidad Autónoma Metropolitana, 2007.

[7] López, Antonio. (2020). Las mañaneras son una labor de «pedagogía política», asegura López Obrador. 02/05/2021, de La razón de México Sitio web: https://www.razon.com.mx/mexico/las-mananeras-son-unalabor-de-pedagogia-politica-asegura-lopez-obrador/

[8] Infobae Redacción. (2021). La carta íntegra en la que AMLO pidió al rey de España disculparse por los abusos de la Conquista. 02/05/2021, de Infobae Sitio web: https://www.infobae.com/america/mexico/2021/01/11/la-carta-integra-en-la-que-amlo-pidio-a-espanadisculparse-por-los-abusos-de-la-conquista/

[9] Infobae Redacción. (2019). El Vaticano: el Papa ya pidió perdón por la conquista de América y no hay nada más que aportar. 02/05/2021, de Infobae Sitio web: https://www.infobae.com/america/mexico/2019/03/26/el-vaticano-el-papa-ya-pidio-perdon-por-laconquista-de-america-y-no-hay-nada-mas-que-aportar/

[10] De que nos van a Perdonar, EZLN, Comunicado, 18 de enero de 1994


Acerca del autor: Luis Díaz es egresado de la licenciatura en Física por la UNAM, cuenta con cursos de Humanidades en el Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM y actualmente se desarrolla en el servicio público y aspira ingresar al Doctorado en Ciencias Físicas.