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Treinta de treinta y dos Congresos estatales, más de mil diputaciones locales, serán la gran contienda a la sombra de gubernaturas y diputaciones federales el próximo 6 de junio. No debería ser así.
Las asambleas locales pesan; muchas veces, más de lo que aparentan. Aprueban el destino de los recursos estatales, fiscalizan gobernadores y las cuentas públicas municipales, suspenden o desaparecen ayuntamientos y más aún, juntas pueden detener o impulsar reformas constitucionales federales.
Demasiado poder en juego en la elección de junio de 2021; aunque no necesariamente. Entre renuncias, chapulines, protestas y cambios, los agentes legislativos pueden cambiar a voluntad, la voluntad de los electores. El reporte “Balance de los Congresos locales: Rumbo a las elecciones 2021”, publicado por Demolytics, comprueba esta realidad.
Baste con mencionar que 1 de cada 3 legisladores del PES y el PRD, electos en 2018, renunciaron a sus bancadas; que en Estados como Baja California, Morena ganó 11 de sus 13 representantes por la vía del chapulineo; que en Nayarit el PANAL creció de 1 a 9 diputaciones sin el consenso ciudadano; que el PAN, el PT y el PRI perdieron 1 de cada 10 curules; o que el PRD desapareció en Oaxaca cuando había ganado el 12% de su Congreso en las urnas. Qué decir de Quintana Roo, donde ninguna de las 9 diputaciones de Morena fue electa por la ciudadanía; o del Estado de Tamaulipas donde pasó de 1 a 10 en la misma legislatura.
En la lucha por el poder, los cambios legislativos son el pan de cada día. Sin embargo, son contados los registros de la dinámica legislativa. Es poco sabido, por ejemplo, que el PAN no tiene diputaciones en Tabasco; que el contingente de legisladoras y legisladores sin grupo parlamentario creció 255%; o que solamente 4 de los 32 Congresos son totalmente paritarios.
Y todavía no entramos a las campañas electorales. En los próximos días terminarán de definirse las candidaturas comunes y coaliciones, las renuncias de funcionarios que aspiran a cargos legislativos, el registro y aprobación de las plataformas electorales, la determinación de los topes de gastos, las controversias internas de los partidos nacionales y locales, y los procesos judiciales ante los tribunales.
El tiempo se acerca: seis Entidades iniciarán sus campañas legislativas en mayo, 23 en abril y una desde marzo. Está claro que, formal y materialmente, cada Estado tiene singularidades, pero también es posible detectar patrones nacionales que sirvan para tomar decisiones locales.
Más reflectores deberían estar puestos en la contienda por las diputaciones estatales, aún cuando, ya sabemos, al cierre de los trabajos no nos representarán los mismos legisladores ni bajo los mismos colores, que aquellos por los que votamos en 2021.
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Acerca del autor: Marco García es director ejecutivo de la firma Demolytics. Miembro del Consejo General de la Abogacía Mexicana, la Sociedad Mexicana de Estudios Electorales y la Asociación Latinoamericana de Consultores Políticos.
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