La 4T y el Fuego del Infierno

By David Cortes

Correo: davidcc@politicaladvisorsapc.com


Desde su victoria en 2018 era bien sabido que el sexenio de López Obrador y su Movimiento de Regeneración Nacional tendrían una prueba de fuego que podría asegurarles más tiempo en el poder o sería el comienzo del fin tanto del Proyecto de Nación del presidente como de su partido: Las elecciones de 2021.

Los procesos de selección de candidatos siempre han sido divisivos en México y solo a través de una cuidadosa selección de quienes quedan como candidatos por la vía de mayoría relativa y de la representación proporcional, así como el acomodo de quienes no quedan en ninguna es que se logra la estabilidad interna dentro de cualquier partido político; esto es algo que sabe bien López Obrador, quien es un político experimentado en elecciones y selección de candidatos.

Primero en el PRI, luego en el PRD y finalmente en MORENA, el ahora presidente supo hacer los arreglos para ir avanzando tanto su agenda como, posteriormente, la de su partido, aunque la victoria final le haya costado aceptar en sus filas a gente que tiene un pasado político que debería de haberles cerrado la puerta en un partido que se autoproclama como un partido libre de corrupción y de corruptos, un partido libre de los manejos turbios y de las vendettas sicilianas[1] que antes eran tan comunes en la política interna de los partido políticos, caracterizada por facciones y corrientes ideológicas, y especialmente, en un partido distinto del PRI de la época en la cual López Obrador comenzó su vida política.

Al proceso de selección de candidatos para disputar las posiciones que estarán en la boleta dentro de menos de un año, se le aunó el vergonzoso y engorroso proceso de cambio de dirigencia dentro de Morena.

Un proceso que debió haberse hecho poco después del ascenso de MORENA al poder apenas se está resolviendo, justo durante el transcurso de un proceso electoral que ya de por si iba a ser complicado por la necesidad del presidente de asentar su Proyecto de Nación y asegurar la transformación que según él iba a llevar a México a la grandeza.

Este proceso fue retrasado debido al faccionalismo dentro de MORENA, nacido de un problema fundamental que tiene su origen dentro del orden político con el cual el ahora presidente fundó su partido: Todos los que están en MORENA le deben lealtad y sumisión incondicional a Andrés Manuel López Obrador.

No a la militancia, los ideales del partido o a la lucha que encabezaron. Al Presidente de la República en persona.

Esta falta de cohesión hace que ahora todas corrientes y facciones comiencen a señalarse entre ellos como el problema que antes decían todos solucionarían en conjunto; mientras tanto, debido y gracias a este caos en el partido en el poder, la oposición comienza a reconstruirse y a crear un proyecto fuerte que podría hacer que la segunda mitad del sexenio vea el comienzo del fin del partido oficial como una opción viable y presente en la vida política del país.

La pandemia y la crisis económica que trajo consigo –la cual ya había empezado en el país debido a la desaceleración económica que causó el primer año de gobierno y todas las acciones que emprendió el gobierno, las cuales causaron una desconfianza en el sector empresarial y de inversionistas– han añadido cartas a la baraja de la oposición para que esta pueda jugar en 2021 como una opción fuerte, e incluso mejor que la del gobierno.

El apoyo al presidente puede ser alta en las encuestas a la opinión pública, pero la realidad siempre alcanza a quienes se confían de las encuestas, y esta prueba de fuego que se acerca para López Obrador y su partido puede ser un infierno que los consuma hasta que no quede nada de la 4T o puede forje un partido que finalmente dé propuestas en vez de ocurrencias que presentan ante el pleno legislativo para ver que reacción se puede ver en periódicos, expertos y la opinión de la ciudadanía.

Habrá que ver.


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[1] Conducta de desquite o venganza de los efectos de una derrota anterior que suelen practicar algunos de los vencidos. Originalmente la frase era utilizada para referir a las venganzas violentas entre familias del crimen organizado proveniente de Italia y Sicilia (mafias) pero se extendió a la política debido a que en las décadas de 1920 y 1930 era común que los líderes políticos fueran asesinados por la gente que vencían para llegar al poder o por contrincantes de igual manera que las mafias y desde entonces ha sido un término para referir al revanchismo político.


Acerca del autor: David Cortes es egresado de la Facultad de Economía de la UNAM y fue asesor de Campaña en 2018.

1 comentario

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  1. Gracias por tu aportación. Feliz semana.

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