By Miguel Arroyo

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De acuerdo con Karl Marx en el Tomo III del Capital capitulo XXIV, existe  un  mercado peculiar que distorsiona la relación social capitalista de extracción de plusvalía. Este es el mercado del crédito, donde la relación entre oferta y demanda sobre la función del dinero como medio de pago, exige la creación de un lugar para poder operar. Un lugar donde los excedentes de dinero  encuentren su demanda con el fin de obtener un beneficio adicional por estar disponibles en ese momento. A este fenómeno, Marx lo llamó como el capital que deviene interés, el valor que se valoriza a sí mismo y  el dinero que genera más dinero.

Marx advierte la inestabilidad de este mercado al enajenar doblemente la relación social capitalista. Esto es que el ciclo general del capital Dinero-Mercancía-Dinero incremental (D-M-D´) deja de necesitar al sector industrial para crear riqueza o plusvalor. En el nuevo ciclo para operar el mercado de crédito, la relación se reduce a Dinero-Dinero incremental (D-D´) que en pocas palabras pretende “fetichizar” el interés del dinero y caracterizarlo como la única fuente para acrecentar la riqueza, sin haber pasado por un proceso productivo.

El lugar por excelencia donde el mercado de crédito puede operar deliberadamente es la Bolsa de Valores, y esta a su vez es una institución donde el capital se autorregula mediante los tipos de interés. El capital que existe en la bolsa de valores se  representa en varias formas. Puede ser en forma de crédito, que se conocen como títulos de crédito. Y en forma de renta, como son los  títulos de interés fijo (títulos de deuda pública) y los títulos de interés variable (acciones empresariales). Estos capitales se pueden reunir en un mismo lugar debido a que todos pretenden incrementar su valor, es decir pasar de D a D´. Para finalmente convertirse (en el algún momento crítico) en sumas de dinero líquido, aunque este proceso estará sujeto a distintos instrumentos financieros.

Ahora bien, los títulos de crédito se categorizan como prestamos de dinero, y  que Marx llamaba créditos a plazos.[1] Pero los títulos de renta no, porque la obtención de  su interés no esta sujetan a la interacción de las leyes de oferta y demanda, sino más bien a procesos  especulativos ocurridos en la bolsa. Esto es que, mientras los títulos de crédito son capital previamente formado, y reembolsado con un excedente cuando se completa su ciclo, los títulos de renta no, ya que su incremento (o valorización) depende de la circulación sin terminar en el mercado de crédito.  Al proceso de los títulos sin completar su  ciclo se le conoce como proceso de  bursatilización o mercado bursátil.[2]

Marx asegura que el mercado bursátil es la máxima expresión del capital ficticio, y su reproducción no está sustentada en el proceso productivo, y que a su vez representa una contradicción sistémica del proceso capitalista.[3] Es decir, todo el sistema financiero que implique una relación de deuda por cobrar, está basada en la función del dinero como medio de pago, y esto implica un nivel alto de confianza en la promesa de pago, infundada en que el valor de la producción siempre aumentara.

La confianza de promesa de pago, es la herramienta que utiliza la bolsa de valores para poder obtener un  interés de los títulos de renta. Al proceso de manipular la confianza de las promesas de pago se le denomina “especulación”. Pero, ¿Con que fin se especula? La respuesta ya se ha dicho, con el fin  crear más dinero del que entro a la bolsa, y esto se hace a través de la compra y venta de títulos.

Finalmente diremos que el objetivo de la bolsa de valores es aumentar el nivel de capital existente, por los métodos que sean. Teniendo como medio el mercado bursátil (capital ficticio) que se encuentra en los títulos de crédito, los cuales poseen un valor y lo mantienen en continua interacción sin tener que ver con  medios de producción. Y que sea la bolsa o cualquier centro financiero, el resultado será siempre la absolutización del capital como creador  único de la riqueza.


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[1] Marx, K. (1991) El capital. T III vol. VI. El proceso global de la producción capitalista, Ed. Siglo XXI. Pág. 514.

[2] Si bien a la bolsa de valores se le puede decir mercado bursátil, esto no es  del todo cierto, ya que el mercado bursátil representa una suma de instituciones financieras interactuando.

[3] Marx. K. op.cit., (1991), pag. 504.


Acerca del autor: Miguel Arroyo es maestro en Economía por la UNAM. Actualmente desarrolla proyectos de asesoría en política macroeconomica y regulación ferroviaria. Sus líneas de investigación son la economía pública y el desarrollo económico.