By Marco García

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Meses atrás en este espacio, Danitza Morales, directora general de Demolytics, realizó un valioso análisis sobre el destape político de Hugo López-Gatell y su desdibujamiento como científico del régimen. Lo que pocos anticipamos fue el efecto dominó que generaría en Morena.

Para nadie era un secreto la imprecisión estadística de Gatell y su falta de valor crítico; la sumisión desmedida a la voluntad presidencial y su pérdida de credibilidad en la comunidad médica. El descrédito del (todavía sub) secretario llegó al extremo en que gobernadores, diputados y senadores del partido en el poder, cuestionaron abiertamente su permanencia en el gobierno.

Entrado el mes de junio, cuando ya nadie creía en López-Gatell, sus conferencias dejaron de tener resonancia mediática y el presidente volvió a su estrategia tradicional; optó por una táctica de dispersión temática y aún a sabiendas de que le costaría (pocos) votos,[1] le dio cabida a las voces opositoras en la agenda nacional. Brotaron escándalos de corrupción cada vez más cerca de Palacio, volvió a posicionar el tema de la seguridad y hasta acudió personalmente al llamado que le hizo Donald Trump.

Quizá la táctica de distracción más relevante[2] de Andrés Manuel, fue la politización de la arena pública al autodenominarse guardián electoral. Por primera vez en lo que va del sexenio, López Obrador envió un mensaje de incertidumbre a sus tropas y éstas trastabillaron.

El partido del presidente (que tiene dos presidentes) ni siquiera había definido quién sería su dirigente, cuando recibió esta bomba desde Palacio Nacional. Desde el CEN de Morena se lanzaron contra Yiedkcol y la denunciaron ante la Fiscalía por daño patrimonial y lavado de dinero.[3] La división entre las facciones prianistas que habitan en Morena[4] se agudizó y el Congreso, que está en receso, se volvió a polarizar.

El mensaje se distorsionó en las filas morenistas y la anticipación de la contienda electoral ya le está dejando graves secuelas al partido en el gobierno. Aún tienen que elegir a casi 1,300 candidatos para 2021 y viene una lucha encarnizada por los puestos de elección popular… y todo por encubrir los malos manejos de un político que se sentía científico.

El efecto dominó que generó López-Gatell en Morena, crece al mismo ritmo que la curva epidémica en México; y sus pésimos resultados en materia de salud, le están costando votos al presidente, crisis a sus políticos y heridas a su partido. Parece que, después de todo, Hugo López-Gatell sí resultó más hábil como “científico”, que como político.


[1] Evidentemente, menos de los que le costaría mantener a Gatell en los medios.

[2] Y también la más contraproducente

[3] “El lavado de dinero es el proceso a través del cual es encubierto el origen de los fondos generados mediante el ejercicio de algunas actividades ilegales (siendo las más comunes, tráfico de drogas o estupefacientes, contrabando de armas, corrupción, fraude, trata de personas, prostitución, extorsión, piratería, evasión fiscal y terrorismo).” Fuente: (2020) Lavado de Dinero. CNBV, Gobierno de México.

[4] Que no se nos olviden.


Acerca del autor: Marco García es director ejecutivo de la firma Demolytics. Miembro del Consejo General de la Abogacía Mexicana, la Sociedad Mexicana de Estudios Electorales y la Asociación Latinoamericana de Consultores Políticos.