By Diego Lavalle

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La polarización ha imperado en el discurso para consolidar el movimiento al que el presidente López Obrador, denominó cuarta transformación. Numerosos mensajes por parte del ejecutivo y de MORENA, invitan a que el electorado manifieste los ideales del partido, que defienda su postura, la mantenga, y también que repliquen con vehemencia los mandamientos presidenciales.

La oposición también opto por defender su postura y romantizar los ideales que abanderaba en este proceso electoral. Realizaron al oficialismo, señalamientos de corrupción, ineptitud, indolencia y demás. Sin embargo, a pesar de puntualizar hechos fehacientes y crear una movilización importante, no fue suficiente para decantar el voto para sus candidatos y sus propuestas.

A pesar de dicha polarización contenida en el discurso, enmarcado durante estos seis años de gobierno, hubo algunos hechos de unidad; las reformas constitucionales aprobadas por todos los partidos o los posicionamientos en el mismo sentido en algún caso en materia internacional. Por ejemplo, el conflicto geopolítico sin precedentes en pleno impasse diplomático que ocurrió ente Ecuador y México.

Al existir una violación flagrante al derecho internacional y la soberanía de México, hubo un ambiente de unidad en la vida pública, era claro quién era “el extraño enemigo”, pero al pasar los días, cuando los encabezados principales volvieron a ser noticias nacionales, la división se manifestó de nuevo en el escrutinio público.

Sea o no redituable electoralmente la división, los analistas coinciden con que debe de existir una reconciliación hacia la unidad y la armonía de la agenda pública.

Hoy, la fracción se ve reflejada en que la reforma al Poder Judicial está en el ojo del huracán y ha causado distintos tipos de opiniones, impactos, nerviosismo, incertidumbre y demás, nacional e internacional.

La virtual presidenta Claudia Sheinbaum, ha dado respuestas algo escuetas para la dimensión de esta reforma, por ejemplo, justifica que «a mayoría de los mexicanos están de acuerdo». La exigencia de una respuesta con mayor visión de estado casi empatará con su toma de protesta y mientras ambos sucesos se concretan se vislumbrará un indicador importante que refleje si se crearán las condiciones para explicar, desahogar o hasta negociar algún señalamiento público sobre la misma, o se convertirá en un sexenio donde cambiarán los jugadores, pero el juego no, y se resumirá entre «conservadores» y «el pueblo sabio» otra vez.


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Acerca de autor: Diego Lavalle es politólogo egresado del Centro Latinoamericano de Estudios Superiores.